Estamos
atenazados por la culpa que nos llega del pasado y la inseguridad que nos
amenaza en el futuro. El deseo de aplacar la culpa y el deseo de obtener los
bienes que anhelamos como son siempre
del todo inalcanzables nos llenan de angustia, convierten la vida del presente en
agitado movimiento, un estrés que nos destroza. La condición del sabio ha sido
en diferentes épocas, en religiones diversas, en objetivos éticos, vivir al
día, liberarse de la mortificación de las consecuencias indeseadas de nuestros
actos, suprimir el deseo de atesorar cosas de modo que el simple vivir sea la
única voluntad. Vivir el presente de modo que esa aspiración no se convierta en
deseo sobre el que inclinar las fuerzas.
martes, 17 de marzo de 2015
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