Otra peli
sombría, muy sombría. Lou Bloom, un joven solitario de cabellos negros y largos peinados
hacia atrás, rasgos afilados y mirada punzante, anda medio perdido buscando en
la noche un quehacer que le dé lo que le falta. Como no acaba de encontrar
empleo se lo inventa viendo lo que otros hacen. Accidentes de tráfico, atracos,
disparos, violencia, sangre. Videocámara en ristre, captando emisoras de la policía,
sale en la noche para ser el primero en llegar a la sangre y ofrecérsela a un
noticiario de televisión. Como un lobo busca sus presas cada vez más osado,
cada vez más seguro, saltando cualquier obstáculo, la policía, al camarada, la
moral. Jake Gyllenhaal compone un tipo desagradable, recio, con determinación, con
quien es imposible identificarse, que te revuelve las tripas mientras lo ves,
pero comprendes que existe, porque lo has visto en las pantallas de televisión, en los programuchas de mucha audiencia, incluso en fotos de periódicos serios, hasta te ha intentado convencer de que hace lo correcto aludiendo a sacrosantos
derechos, aunque en la peli, Lou Bloom, esté en el extremo de esos
cazadores de exclusivas porque va más allá de lo imaginable.
La peli está montada como un thriller intenso, negro, que va ofreciendo al espectador emociones cada vez más fuertes pero también los elementos para que vaya juzgando las acciones de ese gusano de la noche dispuesto a todo.
La peli está montada como un thriller intenso, negro, que va ofreciendo al espectador emociones cada vez más fuertes pero también los elementos para que vaya juzgando las acciones de ese gusano de la noche dispuesto a todo.
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