Belle es
una película bonita, en el estilo inglés de las grandes producciones históricas,
cuidadas hasta en el último detalle: la fotografía capta ángulos
espectaculares del paisaje o lujosos rincones de esos palacios que la
aristocracia inglesa construyó en su periodo de esplendor; la historia romántica gira en torno a una muchacha mulata fruto de los amores de un aristócrata y una
negra capturada con un barco español, que no es admitida plenamente en la
rigurosa etiqueta social pero que sin embargo hereda una fortuna de su padre; el tema central debate una cuestión política y social, la trata de esclavos que mantiene el vigor
económico del Imperio. Todo eso más amoríos, prejuicios raciales y sociales y
excelentísimas interpretaciones.
De ese
conjunto de cosas se vale la directora Amma Asante para pergeñar esta peli
donde se mezcla distintos géneros, el histórico, finales del XVIII, cuando
Inglaterra era dueña de los mares, el judicial, sobre un suceso que existió
realmente, un capitán que arrojó al mar a un montón de esclavos encadenados y enfermos
para cobrar el seguro, el social con la descripción de una clase que funda su
poder en el privilegio, el romántico, a caballo entre los matrimonios de
conveniencia y los de amor, fundidos con elegancia, salpimentados con debates políticos y momentos de tensión dramática, algunas lágrimas y finales felices, pero sin
elevar la voz, como se discute sobre asuntos graves en el salón de una casa de
gente educada.
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