Interesantísima
la propuesta del pianista y director Iván Martín, una versión de los dos
primeros conciertos para piano de Beethoven. Era costumbre en el compositor
retocar sus partituras, hacer pequeños cambios ante peticiones de obras
ya estrenadas. La que hoy nos ofrecía Iván Martin era una versión de dichos
conciertos de 1790-1800, posterior a la hasta ahora comúnmente conocida. Y su propuesta ha sido brillante, reduciendo la orquesta,
buscando una sonoridad propia de los tiempos de Beethoven, sin cambiar el tipo
de instrumentos, sin hacer un concierto con instrumentos antiguos. Especialmente
me ha gustado el concierto nº 1. A ratos he pensado que era nuevo, que no lo
había oído antes. También ha estado brillante la orquesta reducida que nos ha
presentado, tanto en la sonoridad clásica de los dos conciertos del compositor, con
muchos ecos de Mozart y Haydn, como más romántica en las dos oberturas, Las ruinas de Atenas y
Egmont.
Lástima que la exquisita sonoridad del Delibes sirviese
tanto para propagar el brillante sonido de cada uno de los instrumentos como del
intruso y paralelo concierto de toses, desde las más blandas a las más secas y
hasta las ostentosamente cavernosas, sobre todo en los pianísimos del adagio del segundo concierto,
donde Iván Martín quería que oyésemos cómo sonaba el piano de la época de
Beethoven. No sólo toses, también el recurrente envoltorio plástico de los
caramelos, los botellines de agua envueltos en bolsas igualmente de plástico y,
novedad, los destellos de los móviles encendidos porque por lo visto algunos melómanos no pueden
prescindir de guasapear mientras supuestamente escuchan música.
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