viernes, 21 de junio de 2013

De Britten a Musorgski



           Cada vez que escucho a Britten me gusta más. La sinfonía simple, que escribió muy pronto, como una diversión juvenil, en su carrera de niño prodigio. Ecos de Prokofiev. El concierto para violín, que creo no haber escuchado antes, una maravilla, brillante, virtuosístico en la interpretación de Midori, quizá muy moderno en su época, pero para nosotros lleno de color, melancólico y alegre a un tiempo, con ecos de Gershwin, pero también de Shostakovich, o quizá al revés, no sé quién escribió antes, se influían unos en otros, el timbre, el color, la percusión. Y para finalizar, los Cuadros de una exposición, en la orquestación de Ravel, un chutazo de optimismo. Una interpretación memorable. Uno de esos días en que desplazarse al auditorio compensa con creces.

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