jueves, 2 de mayo de 2013

Jagten, La caza



El cambio social y los nuevos usos tecnológicos están haciendo que desaparezcan los grandes temas de conversación. Por ejemplo, ya no comentamos al día siguiente lo que ha salido la noche anterior en la tele, una película con tema espionoso que acaban de pasar en un canal temático, el debate que inicia una película de estreno. Ahora la audiencia está más fragmentada y también los intereses. Es una lástima porque el país necesita debates, temas de conversación, acuerdos y desacuerdos comunes. Una película de reciente estreno como la danesa Jagten, La caza, debería ser de visión recomendada, puede que generase un debate necesario en la sociedad.

Un hombre joven, recientemente separado, con un hijo adolescente al que apenas ve, y que trabaja en una guardería se ve de pronto acusado de abusos hacia uno de los niños. La directora de la guardería da crédito a unas confusas palabras de una niña, las amplifica, las extiende a los demás niños, a las familias y se abre un enorme boquete en las relaciones sociales del protagonista. Interviene la policía, sus amigos y hasta su novia desconfían de él, queda arrojado a una soledad casi absoluta, sólo aliviada por el apoyo de su hijo. El espectador asiste atónito a la conversión de unas inocentes palabras en una bola de nieve que rueda y rueda hasta llevarse por delante la honorabilidad y hasta puede que la propia vida del hombre acusado.

La peli opta por la sencillez expositiva, por un cierto suspense en el desarrollo de los acontecimientos: la soledad del hombre amplificada por el contexto, un pueblo pequeño donde todos se conocen, la desconfianza que hace que las amistades se quiebren, la navidad que se acerca. El director danés, Thomas Vinterberg, ya nos había sorprendido con una película durísima, Festen, Celebración, que escarbaba en las interioridades de una familia burguesa, ahora, con otro tono, indaga en la sospecha que todos albergamos hacia nuestros vecinos, en los pocos detalles que pueden torcer la vida de un hombre. El actor principal, Mads Mikkelsen, es creíble y sólo el final es algo confuso. La realidad suele ser más dura que las películas.

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