lunes, 22 de abril de 2013

Tierra prometida



El fracking, la fractura hidráulica de la roca para obtener gas, es una tecnología cada vez más extendida, en torno a la cual se genera una polémica movida por los grupos ecologistas que aseguran que con ese sistema se contamina el agua de los acuíferos, se estropea el paisaje y se cambia el modo de vida de los campesinos afectados. Internet está lleno de páginas y documentales sobre el asunto. Ese es el trasfondo sobre el que se mueven los personajes de Tierra prometida. La polémica está presente aunque en realidad es un decorado en el que Gus van Sant presenta la trama de sus personajes. Una gran compañía que ofrece indemnizaciones y un porcentaje sobre los beneficios a los campesinos bajo cuyas tierras se va a proceder al fracking, un profesor retirado que pone objeciones, una maestra joven y guapa que interesa al agente de la compañía y al ecologista que pretende malbaratar el negocio y una serie de personajes secundarios que animan la trama.

El decorado del francking presentado de tal modo que el director no se moja, no apoya a los partidarios ni a los detractores, hace que lo que sucede, la lucha entre una compañía poderosa e individuos con muchas posibilidades de ser engañados presionados por el mal momento económico que están viviendo, hace que un asunto de siempre, la conquista de una mujer por parte de dos hombres, sea vista con ojos actuales y en una situación creíble. Aunque de por medio hay una pregunta interesante sobre el modo de vida generalizado en nuestra sociedad. ¿Estamos viviendo del mejor modo posible?, ¿no podríamos vivir con menos dinero, con menos ambiciones no seríamos más felices? Esas son las preguntas que se hace el protagonista, ejecutivo de la empresa al llegar al pueblo y empezar a conocer a la gente.

El guión está bien construido, con ritmo bien dosificado, aunque el giro final es algo sorprendente, tanto que no parece encajar con la sencillez con que se desarrollaba hasta ese momento la película. Es decir, el final es innecesariamente peliculero. Si salvamos ese final la peli es aceptable. Los actores con Matt damon y Frances McDormand a la cabeza son buenos, como cabía esperar y el desarrollo de la cinta se sigue con interés. He visto mejores películas de Gus van Sant, pero también en esta está su sello y aunque rehúye comprometerse con el asunto del fracking sí plantea dudas sobre la crisis general que vive nuestra sociedad y el modo de enfrentarse a ella.

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