martes, 16 de abril de 2013

"Con el secesionismo eliges a quiénes quieres mantener como conciudadanos y a quiénes quieres convertir en extranjeros".



Soberanía y referendum.

                 Lo que distingue a la noción moderna de soberanía de esta que acabamos de evocar, arcaica y preñada de arbitrariedad, es algo que muchos tuvimos la satisfacción de escucharle decir en las Cortes a un brillante parlamentario español que hoy atraviesa horas más bajas, con ocasión de la discusión del plan Ibarretxe: que en el poder político moderno, el pueblo (con todos sus “derechos naturales” a la autodeterminación) no precede a la Constitución, sino que emana de ella, y no puede por tanto suspenderla a voluntad a través de caudillos (que es como se dice en castellano Leader o Führer) más o menos naturales. Todas las Constituciones democráticas de nuestros días incluyen alguna legislación a propósito del “estado de excepción”, pero en ninguna de ellas esta expresión designa la total abolición del derecho y el retorno al estado de naturaleza, que es lo que significa en su acepción arcaica". (José Luis Pardo, filósofo)

                 Stéphane Dion (Ciudad de Quebec, 1955) se siente orgulloso de sus “dos identidades”, la quebequesa y la canadiense. Parlamentario por el Partido Liberal de Canadá —del que llegó a ser líder entre 2006 y 2008—, Dion es francófono, como la inmensa mayoría de los habitantes de Quebec. Dice lo quesigue:

            “Por nuestra experiencia, la única vía por la que se puede llevar a cabo la secesión es a través de la negociación y dentro de los marcos legales, no por actuaciones unilaterales del Gobierno de la provincia secesionista.

            En Canadá, para negociar la secesión de una parte del Estado se requieren dos cosas: una amplia mayoría que apoye la secesión y formular una pregunta clara. No puede ser una pregunta confusa en la que se proponga una independencia pero manteniendo relaciones con Canadá o cosas similares. Eso no es aceptable. La cuestión debe ser muy clara: Estás dentro o estás fuera.

            La manera de formular una pregunta cambia completamente las respuestas. Cuando preguntas por la “pena capital”, hay más gente que se declara a favor que si preguntas sobre la “pena de muerte”.

            En una democracia se trata de ser solidario con todos tus conciudadanos. Aceptas a todos sin atender a sus orígenes, su idioma o su religión. Y el secesionismo es lo contrario. Con el secesionismo eliges a quiénes quieres mantener como conciudadanos y a quiénes quieres convertir en extranjeros.

            Si un Gobierno provincial declara su independencia unilateralmente, fuera de los marcos legales… ¿por qué tú, como ciudadano, ibas a aceptar las normas de ese nuevo Gobierno declarado fuera de la ley? ¿Cómo iba ese nuevo Gobierno a tomar control, por ejemplo, de la oficina de Correos que depende del poder central? Hay miles de ejemplos…

            Una consulta de ese tipo es un trauma, divide a la sociedad y provoca efectos contrarios a la democracia”.

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