domingo, 1 de abril de 2012

Erri de Luca, otra vez


Erri de Luca (Nápoles, 1950) albañil, escritor. 
«Mis historias ya han ocurrido, pertenecen al pasado. Por tanto, lo único que tengo que hacer es encontrar el tono de voz de quien las cuenta. Una vez que oigo esa voz, las palabras vienen solas».
 «Esa distancia perfecta de 50 años entre el hombre que soy y el niño que fui. Por muchos años fui militante revolucionario y hoy me considero un descendiente de ese yo. Me gusta pensar que si ese hombre hubiese seguido adelante por la vía revolucionaria, ahora podría estrecharme la mano con él. Pero creo que no podría hacerlo con aquel niño que fui, como si él fuese alguien mucho más íntegro de lo que soy ahora».
 «Soy un huésped de este mundo moderno, un hombre del siglo XX que está viviendo una prórroga. Las personas de ahora son más espectadores que actores. Es como si la televisión hiciese para ellos una puesta en escena del mundo. Algo bastante cómodo».
 «El mundo cambia rápido, aunque uno se mantenga firme y quieto. Por eso da igual intentar empujarlo desde alguna parte. No me considero un escritor comprometido. Lo que sí he hecho ha sido tomar varios compromisos en mi vida».
«Conocí a un poeta en Sarajevo, durante el asedio a la ciudad en la guerra de Bosnia. Con sus versos se habían jurado amor generaciones enteras de novios. Y él decía que si era responsable de la felicidad, también debía ser responsable de la infelicidad. Así que su sitio estaba en Sarajevo y no aceptó nunca ninguna invitación de sus colegas para huir. Ese verbo, estar, era su compromiso. Se deber urgente como intelectual, como alguien con derecho a ser escuchado, era compartir la desgracia del pueblo. No se aprende nada de la guerra, como no se aprende nada de la fábrica o de la cárcel; es sólo la posibilidad de estar cerca de los que están peor».

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