"… urbanizaciones sin compradores, aeropuertos sin aviones, trenes sin viajeros, periódicos sin lectores, ciudades de la luz, de la imagen, de las artes o de la cultura sin luz, imagen, artes ni cultura, autovías sin automóviles, viviendas sin habitantes, hospitales sin médicos, universidades sin estudiantes y tantos etcéteras; y que no son la consecuencia de los bombardeos aéreos sino de la larguísima confusión de la política —la nacional y la nacionalista— con un juego de poder que no tenía más contenido que su propia perpetuación siempre ampliada…
… La creencia en que nos haremos ricos a fuerza de empobrecernos mediante el sacrificio masivo de empleos, salarios, pensiones y servicios no se puede considerar "realismo" (como no sea realismo mágico)... "
Escribe José Luis Pardo un artículo
muy imaginativo, El neorrealismo ha vuelto, donde contrapone el ilusionismo de la socialdemocracia que nos ha
llevado a las ruinas del presente al neorrealismo de la derecha que con la
excusa de combatir el despilfarro nos lleva al empobrecimiento general. Derrotado
el uno, triunfante el otro, a los dos tacha de criminales, al uno por
derrochador, al otro por no hacer nada para oponerse a la devastación. Una
tesis que, en parte, se puede suscribir, aunque como suele suceder en este tipo
de contraposiciones con tendencia a la neutralidad, las dos partes de la
balanza no están compensadas, entre otras cosas, porque si se busca la verdad,
es mala táctica intentar a toda costa quedar bien o molestar a todos por igual.
Pero lo que me llama la atención,
y por eso lo comento, es la ironía que gasta con ZP, de quien se burla por sus
imaginativas posiciones ("un hombre que veía la política en
imágenes", según sus asesores), como ejemplo de ese ilusionismo practicado
en los últimos años. Muchos profetas, ante la revuelta tecnológica del
presente, avizoran un temible horizonte por la decadencia de la letra escrita
frente al mundo imaginativo de nuestros adolescentes, de mucha o de poca edad, un
mundo vacío de significación. Sin embargo, buena parte de nuestra cultura, a lo
largo de la historia, ha sido trasmitida por imágenes, y no se trata sólo de
las ideas que desde el románico al realismo socialista se fijaban en piedra o
en óleo como mejor medio para adoctrinar, sino que, como sostiene Todorov en el
libro que viene de dedicar a Goya, el pintor con el pincel en la mano también piensa,
es decir, el pensador no necesita letras para ponerse a pensar.
En la imagen, el Yves Klein
mentiroso y "nuevo realista" que prefería la realidad y la ilusión a
la representación, que hacía cuadros sin pintura, libros sin palabras o
canciones sin música, en su obra más conocida, la fotografía titulada salto al
vacío.
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