Escribe Yann Martel:
“Existen las verdades y existen las mentiras, categorías
trascendentes tanto en los libros como en la vida. La división más útil es la
que existe entre la ficción y la no ficción que dice la verdad, y la ficción y
la no ficción que dice mentiras.
Una obra de arte funciona porque es verdad, no porque es
real.
El único talento natural necesario para interpretar bien la
música era la alegría.
El colonialismo es un trago terrible para aquellos a quienes
se impone, pero es una bendición para una lengua.
Desde su experiencia completamente personal, el inglés era
jazz, el alemán era música clásica, el francés era música eclesiástica y el
español, música callejera.
¿Fue Gertrude Stein quien dijo que el lenguaje era el
alfabeto en desorden?
El precepto que sostiene que la ubicación es la clave del
éxito de un negocio se puede aplicar al arte, e incluso a la vida misma:
prosperamos o nos marchitamos según cómo nos alimenta el ambiente que nos
rodea.
Los animales se nos han extraviado, nos los han arrebatado.
No me refiero exclusivamente a nuestras vidas urbanas. También me refiero a la
naturaleza. Salimos a verlos y no están los más comunes; de los menos comunes
sólo queda una tercera parte. Cierto es que en algunos lugares se siguen viendo
en abundancia, pero eso ocurre en las reservas, los parques y los zoológicos.
Nada queda, pues, de la costumbre de mezclarnos con los animales”.
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