En el pasado siglo XX dos agitadores alcanzaron la
excelencia en la manipulación de la opinión pública, uno muy conocido, el nazi Goebbels,
y otro menos pero probablemente más brillante, el comunista Willy Münzenberg.
Los dos tenían un mismo objetivo, disimular las intenciones ocultas del estado
totalitario para el que trabajaban. A rasgos generales su trabajo consistía en
seducir a la población para que se adhiriese gustosamente a su causa, ocultando
el programa de terror de sus respectivos movimientos. El primero era un artista
de la mentira revestida de verdad objetiva y el segundo de las medias verdades;
el primero iba directo al corazón de las masas, el segundo utilizaba a
intelectuales de relumbrón –los llamados compañeros de viaje- para participar
en campañas por la paz y el progreso contra el fascismo. Tuvieron notable
éxito. Toda Alemania –o casi- siguió como un solo hombre al partido
nacionalsocialista. Políticos liberales y socialistas, escritores y científicos
de buena fe participaron en congresos y campañas antifascistas en la Europa de los años treinta
cuyo objetivo era reforzar a los partidos comunistas que seguían fielmente los
dictados de Moscú.
Desde la época del antifranquismo el movimiento etarra ha
sido un brillante alumno de aquellos genios de la propaganda. Primero
engatusaron a buena parte de la izquierda como guerreros necesarios contra el
Régimen. Luego convencieron a muchos políticos, periodistas y comunicadores que
la lucha armada en favor de la nación era una causa progresista. Sus atentados,
secuestros y asesinatos eran auténticas bombas informativas que abrían todos
los telediarios. Hasta su final agónico, sin disolución ni entrega de armas, lo
han convertido en un acontecimiento. De creer a muchos de esos periodistas y
políticos, algunos tan tontos como muy trabajadores, deberíamos estarles
agradecidos por anunciar que van a dejar de matar.
Por cierto, el discurso de Zp, el mejor que le he oído nunca. Lástima que haya dejado lo mejor de sí para el final.
Por cierto, el discurso de Zp, el mejor que le he oído nunca. Lástima que haya dejado lo mejor de sí para el final.
No hay comentarios:
Publicar un comentario