A las 6 de la mañana, hace 80 años, los concejales de Eibar

 Artículo 1. España es una República democrática de trabajadores de toda clase, que se organiza en régimen de Libertad y de Justicia.
Los poderes de todos sus órganos emanan del pueblo.
La República constituye un Estado integral, compatible con la autonomía de los Municipios y las Regiones.
La bandera de la República española es roja, amarilla y morada.

¿Por qué las experiencias republicanas en España han tenido tan poca fortuna? Las causas siempre son múltiples y en general los historiadores para llamar la atención sobre sus libros suelen acarrean datos para hacer valer una tesis en particular. En España, además, la historia no se ha liberado aún de la confrontación ideológica. Se mira hacia atrás para ganar las próximas elecciones. En ambos casos, la República de 1873 y la que comenzó en 1931, las proclamaciones republicanas se hicieron de parte de unos sectores sociales contra otros. No se vio el campo de la República como un terreno de juego político neutro. Los republicanos del 73 eran pocos y estaban muy divididos: esa primera república fue posible por el fracaso sucesivo de los borbones, el asesinato del general Prim y la imposible consolidación de la monarquía parlamentaria de Amadeo de Saboya. Todavía hoy se ve la Segunda República como un proceso político de izquierdas y cuando se la reivindica se hace contra la derecha. Se proclamó tras unas elecciones municipales que los partidos del Pacto de San Sebastián ganaron en las ciudades, pero no en el mundo rural, que aún representaba más del 50 % de la población activa. Los partidos de izquierda actuaron como si la República fuese suya y la derecha no estuviese legitimada para gobernar. En compensación, la derecha conspiró para acabar con ella, aunque también lo hicieron los socialistas en 1934 y los nacionalistas de Macià en 1931 y los de Companys también en 1934.
Los problemas a los que se tuvo que enfrentar -un Ejército monárquico, la Iglesia a la que se siega la tierra bajo sus pies, la reforma agraria, la extensión de la educación pública o las relaciones laborales tensadas por la CNT- eran superiores a las fuerzas de los políticos y los sectores que la apoyaban, sobre todo porque no buscaron el consenso con las fuerzas de derecha. 

Hemos tenido la suerte de que tras la muerte de Franco la constitución de 1978 fuese una obra imperfecta pero de consenso, por ello está durando más que cualquier otra. La constitución de 1931, en cambio, no se fabricó con el mismo espíritu. Ya desde el artículo primero, en la propia definición de la República o en la opción por una bandera diferente, aparece la división, la separación. No era un buen augurio. Probablemente el país esté más maduro que nunca para una nueva república, siempre y cuando sea la república de todos.