jueves, 18 de septiembre de 2025

No queremos ser Esparta

 


Esa caravana de vehículos casi quietos obligados a abandonar la ciudad. Qué pueden hacer. Desde fuera les dicen que deben abandona sus casas, sus negocios, su modo de vida porque van a ser destruidos. Les dicen que debajo de los edificios hay túneles y bunkeres donde se esconde la resistencia. Toda esa gente que huye no ha tenido voz, no son responsables del gobierno de su ciudad. Durante décadas el poder se les ha impuesto. Dónde van a vivir ahora. Cómo van a poder ganarse la vida. Qué les queda para mantenerse en pie con dignidad. Porque no les han arrebatado únicamente la vivienda y el negocio, la propia vida o la de sus seres queridos, les están despojando de aquello que más importa, una vida libre y digna.


En el otro lado sí que han tenido la posibilidad de elegir a quien les gobierna. Pero ¿qué mandato depositaron en la urna? ¿Todo lo que ha sucedido después estaba impreso en la papeleta? ¿Le pedían a quien eligieron que no se corrompiese, que no corrompiese a la sociedad, que no levantase el país en armas contra una minoría? ¿Cómo se para la guerra? Hay manifestaciones, quien tiene un micrófono lo usa para pedir que se pare, empresarios y actores, gente en la calle grita: No queremos ser Esparta. Los jueces abren causas contra el gobierno corrupto, causas que no se sustanciarán hasta que el jefe se baje del poder. Mientras tanto, la destrucción, la muerte, la herida que se prolongará más allá de la guerra, el odio de unos contra otros durante décadas. 


Quizá bastaba con decir, todos los que no están implicados, los de fuera, los inclinados a favor de un lado y los del otro deberían decir: Hamás devuelve a los rehenes, libéralos. Eso debía haberse dicho desde el principio contra la terquedad, con voz unánime. De ese modo se le quitaría la excusa principal al atacante. Quedaría desnuda su voluntad de destrucción. De ese modo se le quitaría al grupo que manda entre los sitiados su fuerza de chantaje, el inútil gesto que remeda Masada. De ese modo quedaría desnudo el odio secular a lo judío. Quedaría libre y potente una sola voz en contra de la guerra, en contra de la invasión, en contra de la locura irracional.


Nadie devolverá la vida arrebatada, la de los enterrados en los escombros y la de quienes se arrastran como despojos. Quién suturará la herida. 

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