miércoles, 17 de julio de 2024

Soldados

 



Ingenuos, durante un largo periodo de nuestra vida, el más productivo, el más ocupado en nuestra profesión y en nuestra familia, el más despreocupado por las cosas del mundo, pensamos que la política atiende al negocio común, a reparar desperfectos, a organizar la vida de la comunidad, a proponer un objetivo en el futuro que nos entusiasme como ciudadanos de la República imaginada. Tardamos en comprender que la política es ante todo cosa de políticos y que estos tienen un objetivo principal: conseguir o mantenerse en el poder y beneficiar a los suyos, un instinto universal. ¿Quién no ha sentido alguna vez el aliento de la masa cuando ha elevado su voz por encima del grupo y como un pequeño sol ha visto cómo los rostros se giraban hacia él? Algún cargo de responsabilidad habrás tenido a lo largo de tu vida, gente que dependía de ti y sentía tu sorda autoridad, la llama que se encendía en tu pecho. El poder es un instinto que algunos no combaten, es más, se abandonan a él y se convierte en un tirano que devora, peleles de su adicción.


En contrapartida, muchos otros, quizá la mayoría, se siente a gusto siendo gobernados, siguiendo directrices, entregándose con tal de no desbrozar el propio camino: principios estables, normas que seguir sin el ejercicio de la duda, una opinión prefabricada para cualquier asunto que exija algún tipo de compromiso, en suma, renunciar al pensamiento propio para obtener la tranquilidad necesaria y vivir con la menor responsabilidad posible.


La élite política sueña con conciencias entregadas, amansadas. El trabajo de sus propagandistas no es difícil, tan solo tienen que insistir diariamente en las consignas, machaconamente, cuál es la forma correcta de pensar y cuál no: qué debes pensar sobre el asunto Ucrania/Putin, Gaza/Israel, qué sobre Trump, qué posición debes adoptar si en una riña de amigos o familiar sale el tema de la inmigración, de los impuestos, de la amnistía, del sofocante calor. Como has oído la consigna miles de veces esta actúa en tu cabeza y ante cualquier tema sabes cuál es la frase correcta que tienes que pronunciar. Lo haces de forma inconsciente, automática, sale de ti como un resorte, se aviene con lo que la mayoría piensa, te sientes arropado, formas parte del grupo de referencia, de la corriente principal, solo una pequeña parte, a veces una única persona, estará en contra, el resto callará. Puede que en ocasiones te sientas como un soldado en el frente, defendiendo posiciones ante un enemigo fantasmal que te han hecho creer que existe. Y aunque seas un simple soldado, tu pecho se llena de aire, satisfecho de rendirte ante la obligación.


Por qué renunciar a ser tú.



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