martes, 23 de julio de 2024

Civil War

 



Esta película generó cierta polémica cuando se estrenó hace unos meses. Estados Unidos está en medio de una guerra civil. Las fuerzas occidentales luchan contra el presidente. También hay unas fuerzas localizadas en Florida. La guerra civil es meramente contexto: no hay una reflexión sobre la actual polarización. Cuatro periodistas recorren parte del país con la intención de llegar hasta el presidente y hacerle una entrevista antes de que pierda la vida. La película adopta la forma de road movie: encuentros con el desorden y la violencia que se genera en una guerra, el decaimiento de la ley, la violencia gratuita que genera la naturaleza humana sin control. Especialmente terrorífica, la escena en la que un militar racista campa a sus anchas, un Jesse Plemons actor del que apenas se adivina su compostura, cuyos ojos no se ven, tapados por unas gafas de cristales rosas que dan cuenta de una estrábica personalidad, y que, sin embargo, en su breve papel hace la mejor composición que de él he visto hasta ahora.


El tema sobre el que gira el guion va de la función del periodismo. En otra escena de guerra urbana los periodistas se acoplan en uno de los bandos y le siguen para hacer fotografías y tomar nota de lo que está ocurriendo. No importa quién es ese bando, por qué lucha ni quiénes son sus enemigos. Los periodistas adoptan una absoluta neutralidad, como si fuesen alienígenas contemplando la vida en la Tierra desde la estratosfera, neutralidad que los militares respetan.


Cuando llega el momento decisivo, en Washington y la Casa presidencial, objetivo de militares rebeldes y periodistas, los militares sabrán donde se esconde el presidente gracias a los propios periodistas que no se preocupan en ocultar que saben dónde está. El periodista, cuyo objetivo es entrevistar al presidente y captar sus últimas palabras, se conforma con un titular, lo último que el presidente tenga que decir delante de un micrófono: "No dejes que me maten". A lo que el periodista responde: “Con esto bastaría”, es decir ya tiene el titular que buscaba. Los militares rebeldes respetan ese momento y tras ello fulminan al presidente.


De los cuatro protagonistas de la película, uno es un anciano precavido y distante y que, sin embargo, es el único que interviene, saltándose la neutralidad, en un momento decisivo, para salvar la vida de los cuatro; otra, una mujer adulta, es una fotoperiodista que no ha perdido la sensibilidad -la humanidad-, y que en el momento culminante la violencia le paraliza, aunque no tanto como para interponerse entre las balas y la tercera periodista, una joven impresionable que poco a poco pierde la sensibilidad para entregarse, arriesgando su vida, a la función de hacer fotografías; el cuarto es un periodista de libreta y bolígrafo cuyo comportamiento es más asimilable al de un robot que al de un humano, tanto que en la última escena pasa por delante de su compañera recién abatida como si nada realmente importase. Una notable película que debería haber generado más reflexión sobre la función del periodismo. En alquiler en plataformas.


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