No
juzgaban ayer los militantes de Iglesias la coherencia moral del
personaje, sino, a lo sumo, si era compatible ser de izquierdas con
comprarse una casa ajardinada de 600.000 euros. Qué importaba que
antes afease lo mismo a un ministro del PP, en todo caso este lo
hacía para especular y ellos, los Iglesias, para vivir -del caso de
la vivienda protegida de Espinar nada comentaron. Los militantes y
simpatizantes no han defraudado. Nunca, que yo sepa, se ha dado un
caso de condena entre los suyos de un líder de esta cosa populista
que ahora se llama izquierda radical y antes de otras maneras. Al ir
a votar, a algunos les habrá dolido, los 600.000, no el desajuste
moral, para la mayoría por encima de todo está el líder que
defiende la Idea. Porque eso es lo único que cabe, la Idea. La Idea
no se ajusta a la realidad ni debe ser conformada por ella, la Idea
es una cosa abstracta, incontaminada, intangible, tan arraigada en la
mente que no puede ser abatida por nada.
La Idea tiene avatares
diferentes en el mundo fragmentario y deleznable de lo material,
hasta contradictorios, puede posarse en la Cuba de Castro, y antes en
el Mao de la Revolución Cultural -que bendijo aquella inteligencia
heideggeriana llamada Jean Paul Sartre, ¡cuántas condenas, por lo
mismo, al rector de Friburgo y que pocas al filósofo del Sena!-, en
la Venezuela chavista, en los Kichner peronistas, hasta en la
guerrilla islámica si de algún modo se acerca a lo palestino, hasta
puede decirse, no muy alto, eso sí, que en la Corea de Kim Jong-un,
puede hacer incluso saltos metonímicos extravagantes para posarse en
Putin por el hecho de ser un descendiente de la antigua URSS.
Por eso
se parece tanto esta izquierda radical al radicalismo de los
nacionalistas, a los que muy a menudo apoyan, como lo hicieron con
ETA, a ambos la Idea les mueve, les obceca, deforma su visión de la
realidad. Son muchos, son irredimibles. Con unos y otros sólo cabe
la conllevanza. Ya lo dice esta columnista inasequible, un español
del futuro que hiciese una tesis sobre este tiempo no se ocupará del
chalet de Iglesias y Montero. Su ineficiencia histórica, el
fracaso continuado de la materialización de la Idea, con el
acompañamiento de muertes, hambrunas e infelicidad, no se debe a las
equivocaciones de su política sino a su radical inmoralidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario