Durante
años se le ha prometido a la población una gratificación
inmediata, jauja a la vuelta de la esquina. Cada Once de Septiembre
la promesa se renueva en un acto de comunión colectiva. Se ha creado
una burbuja que afecta sobre todo a la red neuronal de cada
uno de los individuos abducidos por la ilusión. Los dirigentes de
las asociaciones nacionalistas (ANC, Omnium, AMC) han visto la
oportunidad de elevarse por encima de la común mediocridad y optar a
puestos relevantes, al tiempo que han empaquetado los ensueños en
expectativas de rápido cumplimiento que han vendido a sus
seguidores. Una parte ha comprado el paquete y sale a la calle a
mostrar su entusiasmo cada Once de Septiembre. Para que tuviera visos
de verosimilitud han levantado una gran simulación: una constitución
hecha por un solo hombre, leyes de transición, grupos de
seguimiento, cargos en el Estado futuro. Una simulación hasta ahora
no puesta a prueba porque el gobierno español se ha mostrado pasivo.
Es la seducción del 'ahora donde todo es posible', que no tiene en
cuenta las desastrosas consecuencias del futuro si llega a tomar
cuerpo. El estricto cumplimiento de la Constitución del 78, nacida
del pacto entre todos los agentes de las fuerzas políticas que la
pactaron (pacto
de Ulises), y las dificultades para su modificación, es la
garantía de que el yo presente trastornado por el ensueño (Puigdemont: "Damos miedo y más que daremos") no se
imponga al yo futuro responsable de sus actos.
lunes, 11 de septiembre de 2017
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