La mayor
máquina jamás construida por el hombre es el LHC (Gran Colisionador de
Hadrones), a caballo entre Francia y Suiza, cerca de Ginebra. Es una
circunferencia de 27 km de longitud y cien metros de profundidad. Se puso en
marcha el 10 de septiembre de 2008 después de que el Congreso de EE UU
rechazase construir una máquina mayor, el SSC que habría tenido 87 km de
longitud, por su desmesurado coste. El europeo LHC, cuando llegue al máximo de
su potencia, alcanzará una energía de 14eV; el SSC habría alcanzado los 40eV.
El objetivo de la máquina es desvelar los últimos misterios de la materia, qué
partículas subatómicas nos quedan por descubrir, si es que queda alguna y
verificar si el modelo estándar de la física es el correcto o hay que
modificarlo. El LHC ya cuenta en su haber con el descubrimiento del bosón de
Higgs, anunciado en julio de 2012. Los físicos nos dicen que hay partículas de
la materia o fermiones que se pueden agrupar en 6 quarks y 6 leptones. A los
primeros se les conoce como hadrones, de ahí el nombre de la máquina, que lo
que hace es colisionar partículas con masa, básicamente protones contra
protones. Y que después están las partículas portadoras de la fuerza de las
cuatro grandes fuerzas de la naturaleza: electromagnética, nuclear fuerte,
nuclear débil y gravitatoria: fotones, gluones, bosones y gravitones
respectivamente. El Higgs en un bosón, que no es exactamente una partícula
portadora, pero que es necesario para explicar la masa de las partículas de
materia y que interactúa a través de la interacción débil.
Uno de los
descubrimientos más impactantes de la física moderna es que los constituyentes
básicos del universo no son las partículas sino los campos. Por ejemplo, lo que
hace que dos cuerpos se relaciones o se atraigan no es exactamente la fuerza de
la gravedad, sino el campo gravitatorio o que lo que hace que la materia tenga
forma es el campo de Higgs. Hasta las partículas con masa “son vibraciones
discretas de campos fermiónicos”. Y que en los campos las partículas se
comportan como ondas, ondas gravitatorias, ondas electromagnéticas, porque en
los campos lo que se produce son vibraciones. El más intrigante y misterioso,
el más difícil de atrapar es el campo de Higgs, probablemente el más importante,
extendido por todo el universo, porque es el que da masa a las partículas, el
que rompe la simetría, sin el cual no existiría la materia en el universo y la
vida sobre la Tierra. Otro de los
descubrimientos sorprendentes del siglo XX son las simetrías. Cuando las
simetrías son potentes dan lugar a las fuerzas de la naturaleza. Las leyes
básicas de la física obedecen a una determinada simetría, funcionan igual con
independencia de la posición o de la velocidad. Pero el campo de Higgs las
rompe. El campo de Higgs como la brújula impone una determinada dirección.
Con el
descubrimiento del bosón de Higgs se completa muestra comprensión de la física
que subyace a nuestra realidad cotidiana. El campo de Higgs es el que da masa a
las partículas. Sin él no habría objetos en este mundo, la Tierra, la pantalla
en la que ves esta reseña, los ojos que la leen. Las partículas se moverían a
la velocidad de la luz. Hay más materia, más partículas por descubrir, más
fuerzas, más energía que explicar pero su interacción con la materia ordinaria
es tan débil o tan breve que no podemos dar con ellas sin construir
costosísimas máquinas para lo que se requiere un enorme esfuerzo de cooperación
internacional. El LHC ha costado 9.000 millones de dólares, el próximo Colisionador
Lineal Internacional (ILC) que haría chocar electrones y positrones podría
costar entre 7 y 25.000 millones y los financiadores se preguntan para qué, con
qué objeto. El principal, por supuesto, es el conocimiento, pero también hay
consecuencias prácticas, del CERN salió el WWW, Internet, los superconductores
o la medicina de radiación. Se ha calculado que la inversión en ciencia básica
tiene un retorno del 28%. ¿Qué cartera de inversión garantiza tal rentabilidad?
La física
no se ha parado con el descubrimiento del Higgs, más bien se ha cerrado una
etapa y comienza otra, con muchos interrogantes por resolver: la materia
oscura, la supersimetría, las dimensiones adicionales, la energía oscura, el
multiverso.
El
parámetro de energía que usan los físicos es el electrón voltio (eV). En un
horno normal, al calentarse a 2500 las moléculas se reordenan aunque
los átomos permanecen inalterados. Alcanza una energía de 0,04 eV. A unos pocos
eV los electrones se separan de los núcleos. Con MeV los núcleos se descomponen
en protones y neutrones. 500 GeV es una energía de plasma: aparecen los bosones
de Higgs, los quarks, los leptones, los bosones W y Z y es posible que otras
partículas que se aniquilarían al chocar con sus antipartículas. En el universo
primordial la energía sería parecida hasta que la temperatura fue disminuyendo
y el espacio expandiéndose a increíble ritmo. En esas condiciones la densidad
de la materia fue disminuyendo rápidamente y las partículas alejándose unas de
otras. Entonces, es posible que las partículas creadas en el plasma originario
no tuviesen ocasión de aniquilarse con sus antipartículas porque sería difícil
que se encontrasen. La abundancia residual de partículas estables del plasma
primigenio explicaría la materia oscura que tanto preocupa a los físicos. Un
par de minutos más tarde del Big Bang la temperatura y la densidad habrían
disminuido tanto como para permitir la combinación de protones y elementos
ligeros en deuterio, helio y litio, la llamada nucleosíntesis primordial. Los
físicos llaman WIMP (partícula con masa de interacción débil) a la materia
oscura. El Higgs, de ahí su importancia, podría ser el eslabón de nuestro mundo
con la mayor parte de la materia del universo, el portal entre el modelo estándar
y la parte oscura de la materia. En 1998 se descubrió que el universo no solo
se expande sino que lo hace cada vez más rápido. Se debería a la energía del
vacío o lo que Einstein, en 1917, llamó constante cosmológica.
Sean
Carroll concluye preguntándose que habrían respondido los filósofos antiguos a
la pregunta “¿Qué hace que el sol brille?”. Esto es lo que nos dice la ciencia
moderna: “El sol está compuesto por partículas que pueden chocar entre sí y
unirse, y que una de ellas se transforma en otra de un tipo distinto emitiendo
una tercera partícula que carecería de masa de no ser por la existencia de un
campo que ocupa todo el espacio y rompe la simetría responsable de la fuerza
asociada, y que la fusión de las dos partículas originales libera energía, que
es en última instancia lo que vemos como luz solar”. ¿Cuántos filósofos durante
cuántos miles de años pensando al pasear por los bosques del planeta hubiesen
sido necesarios para dar con esa respuesta?
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