La
reflexión sobre la escritura en Un hombre enamorado es constante. Karl
Ove Knausgård se mueve entre escritores, habla con ellos, vive con ellos, discute
de literatura con ellos, especialmente con su amigo Geir, con quien tiene las
conversaciones relacionadas con el arte, con quien mantiene puntos de vista
contradictorios sobre arte y vida. Parece anhelar la singularidad de la música,
su facilidad para llegar allí donde la escritura no puede, o de la pintura. En
muchas páginas el escritor parece pintar con palabras:
“La luz
bajo el cielo se había vuelto más mate. La oscuridad que se avecinaba no se
repartía de igual modo por el paisaje, lo que ya estaba oscuro absorbía con más
avidez la luz, por ejemplo los árboles en la orilla del bosque: los troncos y
las ramas estaban ya completamente negros. La débil luz de febrero desapareció
del día sin lucha, sin resistencia, no pudo ofrecer ni siquiera una última
inflamación, sólo una extinción lenta e imperceptible, hasta que todo fue
oscuridad y noche”.
Pero, qué
significa escribir, en qué consiste el arte de escribir.
“Lo único
que para mí seguía teniendo valor y todavía tenía sentido eran los diarios y
los ensayos, la parte de la literatura que no es narración, que no trata de
nada, sino que sólo consta de una voz, la voz de la propia personalidad, una
vida, un rostro, una mirada con la que uno podría encontrarse. ¿Qué es una obra
de arte sino la mirada de otro ser humano? No por encima de nosotros, ni
tampoco por debajo de nosotros, sino justo a la altura de nuestra propia mirada.
El arte no se puede vivir colectivamente, el arte es eso con lo que uno se
encuentra a solas. Uno se encuentra a solas con esa mirada”.
Su pensamiento
es a veces enigmático, surge de sus conversaciones, del esfuerzo por mantener
la casa limpia, de las disputas con su mujer, del roce con la vida:
“Conseguir que las cosas funcionen, esforzarse
por lograr eliminar la resistencia, es la antítesis de la naturaleza del arte, es
la antítesis de la sabiduría, que se basa en parar o ser parado. Luego hay que
preguntarse qué elegir, ¿el movimiento, que está cerca de la vida, o el lugar
fuera del movimiento, que es donde se encuentra el arte, pero también, en
cierto modo, la muerte?”.
Cada
pasaje en el libro es una revelación, una revelación para Karl Ove Knausgård, una
revelación para el lector. Qué sentido tiene escribir, qué sentido tiene leer, sobre
qué hay que escribir, hasta qué punto es impenetrable la lectura: “La
diferencia entre poema y poemas que se parecen a poemas sólo puede verla un
poeta”. Los poemas se te abren o no se te abren, eso nada tiene que ver con
analizarlos o con entender de qué van. Qué recordamos de nuestra vida pasada, qué
reprimimos y ocultamos. Qué pasa dentro de nosotros cuando hablamos con otras
personas. El libro relata como Karl Ove Knausgård se convierte en escritor y
qué puede significar eso. Pero un escritor que no renuncia a la vida, que
escribe mientras cambia los pañales de sus hijas, discute con su mujer o se
pelea con la vecina rusa de abajo a quien molestan los ruidos de las niñas.
“El sentido
no es algo que recibimos, es algo que damos”.
“Porque la
literatura no es sólo palabras, la literatura es aquello que las palabras
despiertan en quien lo lee”.
“El mundo es
siempre el mismo lo que cambia es la manera de contemplarlo”.
“Los elogios
es lo más terrible a lo que puedes exponer a una persona”.
“Recibir el
premio Nóbel de literatura es la mayor vergüenza para un escritor” (Harry
Martinson se suicidó poco después de recibirlo).
“Lo
desesperado que tiene que estar un hombre cuando empieza a hacer estiramientos
para solucionar sus problemas”.
“La mera idea
de ficción, la mera idea de un personaje inventado en una trama inventada me
producía náuseas, reaccionaba físicamente a ella”.
“Si he
aprendido algo durante estos años, algo que me parece extremadamente importante
en nuestra época, tan rebosante de mediocridad, es lo siguiente: No debes creer
que eres alguien. No creas ni de coña que eres alguien…”. "La existencia
pura, cara a cara con la muerte ha sido erradicada por completo”.
“La
indiferencia es uno de los siete pecados capitales, en realidad el más grande
de todos, porque es el único que peca contra la vida”.
“Escribir una
novela es ponerse una meta y luego caminar dormido hacia ella” (Lawrence
Durrell).
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