martes, 27 de mayo de 2014

Escribir, según Karl Ove Knausgård




            La reflexión sobre la escritura en Un hombre enamorado es constante. Karl Ove Knausgård se mueve entre escritores, habla con ellos, vive con ellos, discute de literatura con ellos, especialmente con su amigo Geir, con quien tiene las conversaciones relacionadas con el arte, con quien mantiene puntos de vista contradictorios sobre arte y vida. Parece anhelar la singularidad de la música, su facilidad para llegar allí donde la escritura no puede, o de la pintura. En muchas páginas el escritor parece pintar con palabras:

           “La luz bajo el cielo se había vuelto más mate. La oscuridad que se avecinaba no se repartía de igual modo por el paisaje, lo que ya estaba oscuro absorbía con más avidez la luz, por ejemplo los árboles en la orilla del bosque: los troncos y las ramas estaban ya completamente negros. La débil luz de febrero desapareció del día sin lucha, sin resistencia, no pudo ofrecer ni siquiera una última inflamación, sólo una extinción lenta e imperceptible, hasta que todo fue oscuridad y noche”.

            Pero, qué significa escribir, en qué consiste el arte de escribir.

           “Lo único que para mí seguía teniendo valor y todavía tenía sentido eran los diarios y los ensayos, la parte de la literatura que no es narración, que no trata de nada, sino que sólo consta de una voz, la voz de la propia personalidad, una vida, un rostro, una mirada con la que uno podría encontrarse. ¿Qué es una obra de arte sino la mirada de otro ser humano? No por encima de nosotros, ni tampoco por debajo de nosotros, sino justo a la altura de nuestra propia mirada. El arte no se puede vivir colectivamente, el arte es eso con lo que uno se encuentra a solas. Uno se encuentra a solas con esa mirada”.

        Su pensamiento es a veces enigmático, surge de sus conversaciones, del esfuerzo por mantener la casa limpia, de las disputas con su mujer, del roce con la vida:

             “Conseguir que las cosas funcionen, esforzarse por lograr eliminar la resistencia, es la antítesis de la naturaleza del arte, es la antítesis de la sabiduría, que se basa en parar o ser parado. Luego hay que preguntarse qué elegir, ¿el movimiento, que está cerca de la vida, o el lugar fuera del movimiento, que es donde se encuentra el arte, pero también, en cierto modo, la muerte?”.

            Cada pasaje en el libro es una revelación, una revelación para Karl Ove Knausgård, una revelación para el lector. Qué sentido tiene escribir, qué sentido tiene leer, sobre qué hay que escribir, hasta qué punto es impenetrable la lectura: “La diferencia entre poema y poemas que se parecen a poemas sólo puede verla un poeta”. Los poemas se te abren o no se te abren, eso nada tiene que ver con analizarlos o con entender de qué van. Qué recordamos de nuestra vida pasada, qué reprimimos y ocultamos. Qué pasa dentro de nosotros cuando hablamos con otras personas. El libro relata como Karl Ove Knausgård se convierte en escritor y qué puede significar eso. Pero un escritor que no renuncia a la vida, que escribe mientras cambia los pañales de sus hijas, discute con su mujer o se pelea con la vecina rusa de abajo a quien molestan los ruidos de las niñas.

         “El sentido no es algo que recibimos, es algo que damos”.
         “Porque la literatura no es sólo palabras, la literatura es aquello que las palabras despiertan en quien lo lee”.
         “El mundo es siempre el mismo lo que cambia es la manera de contemplarlo”.
         “Los elogios es lo más terrible a lo que puedes exponer a una persona”.
         “Recibir el premio Nóbel de literatura es la mayor vergüenza para un escritor” (Harry Martinson se suicidó poco después de recibirlo).
         “Lo desesperado que tiene que estar un hombre cuando empieza a hacer estiramientos para solucionar sus problemas”.
         “La mera idea de ficción, la mera idea de un personaje inventado en una trama inventada me producía náuseas, reaccionaba físicamente a ella”.
         “Si he aprendido algo durante estos años, algo que me parece extremadamente importante en nuestra época, tan rebosante de mediocridad, es lo siguiente: No debes creer que eres alguien. No creas ni de coña que eres alguien…”. "La existencia pura, cara a cara con la muerte ha sido erradicada por completo”.
         “La indiferencia es uno de los siete pecados capitales, en realidad el más grande de todos, porque es el único que peca contra la vida”.

         “Escribir una novela es ponerse una meta y luego caminar dormido hacia ella” (Lawrence Durrell).

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