Adiós a las humanidades

“La cultura del miedo se extiende por los claustros universitarios, dice Lindsay Waters, responsable editorial de ciencias humanes y sociales en Harvard University Press, entre enfadado y desconcertado. Las elites americanas prefieren que sus obras sean evaluadas por expertos exteriores, especialmente de los comités de revistas científicas, antes que ofrecer dicha responsabilidad a sus iguales a la hora de juzgar la pertinencia y la originalidad de sus trabajos científicos”.

Así comienza la recensión del libro de Waters que hace Alain Beuve-Méry, en Le Monde. Pero este va más más lejos: el libro se muere, escribe; Adios a las humanidades, titula.

El tema fundamental es el lugar de las humanidades en el conjunto del saber. Tanto el escritor como el recensor tocan a rebato: las humanidades están gravemente amenazadas por una crisis que tiene que ver con la capacidad de juzgar, " cet exercice d'une liberté responsable". Dicho en plata, ambos se lamentan de que se dude del criterio de los humanistas, de que apenas cuenten en la nueva sociedad. Escritor y periodista se defienden con armas romas: la cultura ha caído bajo las garras del mercado, la forma prima sobre el fondo, la cantidad sobre la cualidad, el conformismo sobre la originalidad. Ninguno de los dos habla de la palabrería del pasado.

Los datos que aporta Lindsay Waters son significativos, pero esperables, después de tantos años de libros oscuros, pedantes, banales. “En los últimos treinta años hemos pasado de vender un mínimo de 1250 libros de cada título en humanidades a sólo 275 libros. En la Universidad de California el sistema global de compras para su biblioteca ha cambiado drásticamente. En 1980, el 65% del presupuesto de adquisiciones fue para libros y el 35% para revistas, ahora, en 2003, es del 20% libros, 80% revistas”.

Hace leí poco, lástima que ahora no tenga la referencia, que cada vez es más urgente que las definiciones de los diccionarios las hagan los científicos.