domingo, 24 de junio de 2007

Socialista

¿Qué añade el adjetivo “socialista” en la gestión política, a diferencia del adjetivo “popular”?

El salario real medio ha bajado un 4% en 10 años pese al fuerte crecimiento económico.
Entre los años 1999 y 2006, los beneficios de las empresas han crecido un 73%.
España es el único de los 30 países miembros de la OCDE en el que el poder adquisitivo de los
salarios bajó en la década mencionada. En los cinco años anteriores, entre 1990 y 1995, el salario real había aumentado en España al ritmo del 1,9% anual.

El número de trabajadores con sueldos inferiores al 60% del salario medio ha pasado de 1,3 millones en 1994 a dos millones en 2004. En España dos de cada tres jóvenes trabajadores tienen un contrato precario, el doble que la media OCDE. El 20% más rico de la población ganó 5,4 veces más que el 20% más pobre en 2005. La media UE es 4,9.

Para qué sirve un gobierno socialista. Es decir, qué añade el adjetivo socialista a la gestión de los asuntos generales. Hay dos posibilidades: o nada o es un fraude. Tiene el afecto adormidera, que se funda en el arraigado prejuicio que encuentra diferencias entre “socialista” y “popular”. Los ciudadanos votan “socialista” y se echan a dormir (lo mismo vale, claro, para el caso de “nacionalista”, “popular”, “verde”, etc, meros cuños del marketing político). Al gran conglomerado, empresarios/políticos/periodistas, le es exactamente igual, unas veces apoya a un grupo, otras a otro, incluso simulan defender cosas distintas; hay familias que reparten sus cartas entre todas esas opciones. El votante maduro debería fundar su elección en datos: ser capaz de discriminar entre alcaldes corruptos y honestos, entre gestores hábiles e inútiles, entre políticos charlatanes y racionales, independientemente de su color político. Por eso hay que exigir listas abiertas, mandatos cerrados, proporcionalidad en el voto. La madurez de la democracia depende de que los ciudadanos maduren.

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En el ataque terrorita en el sur del Líbano, probablemente de Al Qaeda, en el que han muerto seis soldados españoles, tres eran de origen colombiano (Jefferson Vargas Moya, de 21 años de edad; Jackson Castaño Abadía, de 20 años; y Juan Erickson Posada, de 20 años). En el atentado de de la T4 de Barajas, los dos asesinados por ETA (Carlos Alonso Palate y Diego Armando Estacio) eran de origen ecuatoriano.

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