miércoles, 14 de mayo de 2025

Daaaaaalí!

 


Para los que llegamos a tiempo de conocer a Dalí, lo que nos sorprendía no era su obra, sino su peculiar personalidad. La tele lo perseguía por su excentricidad. Más tarde pudimos comprobar su buena mano para el dibujo y la pintura, su imaginación para conseguir imágenes llamativas, a veces impactantes, también su genio unido al de Buñuel para producir escenas perdurables en el cine. La obra de Dalí está en los museos, en el Reina Sofía y en otros y en el muy personal de Figueres. Sin embargo, por muchos que sean sus visitantes, será un público minoritario el que aprecie la contribución artística de Dalí al surrealismo. Poca gente habrá visto Un perro andaluz.

Solo gracias a testimonios secundarios conocemos la personalidad de los genios del pasado. De Dalí tenemos fotos y audios, también imágenes de tele y vídeo. Puede que su principal creación sea él mismo, su personalidad pública. Una personalidad construida para chocar con las convenciones. Se mostraba como radicalmente otro, como un islote que quería ser inaccesible, pero, al mismo tiempo, una marca registrada para producir dinero. André Bretón, para referirse a él, como crítica, acuñó la expresión 'Avida Dollars', un anagrama de 'Salvador Dalí', y que este hizo suyo, feliz de haber encontrado el modo de hacerse rico con su a veces estrambótica personalidad.

La película francesa Daaaaaalí! rescata esa personalidad. No es un documental sino una ficción sobre ella. Distintos actores lo interpretan intentando captar su excentricidad. Hay unas cuantas imágenes que quieren captar el espíritu surrealista de sus obras, pero como toda copia no tienen mucho interés. Lo interesante es el personaje y ahí aciertan. Hay momentos cómicos que me han hecho reír como hacía tiempo que no lo hacía.

Se han puesto de moda las películas sobre humoristas. Algunas son buenos productos como la dedicada a Eugenio (Saben aquell, de David Trueba), pero en general suelen ser penosas como la infumable serie dedicada a Gila. Daaaaaalí! trata a Dalí como un humorista y no yerra en ello.


martes, 13 de mayo de 2025

El eternauta

 

 


Si uno se fía de los críticos, incluso de aquellos en los que uno confía, El eternauta es una buena serie, es decir, sale a cuenta pararte delante de la tele durante las 6 horas que duran sus seis capítulos. Pues no.

 

La serie, argentina, está basada en un cómic de los años 50. Algunos la comparan con la americana The last of us. La diferencia de presupuesto jugaría favor de la argentina: con lo que los americanos han invertido en un solo episodio los argentinos han tenido para toda la temporada. Ese sería su valor. Pero si de una serie se requeriría una fastuosa producción, esa sería El eternauta. La serie comienza con una copiosa nevada y un apagón debido a algo así como la desconexión del eje electromagnético de la tierra. Alguien dice que los copos son tóxicos, partículas radiactivas que provocan la muerte instantánea, como consecuencia. La gente se recluye en sus casas a la espera de lo que pueda ocurrir: aunque han de salir en busca de comida y también de familiares desaparecidos. 


Las comunicaciones no funcionan, pero los vehículos antiguos sí (muchas otras cosas nunca se explican). Más tarde en el capítulo cuarto - como si el guion fuese improvisando-, aparecen unos bichos, enormes cucarachas, que estarían relacionados con una invasión extraterrestre. Y en el último capítulo descubrimos que los extraterrestres manipulan la mente de los supervivientes para convertirlos en zombies. Los copos del principio, entonces, serían un arma biológica para eliminar a los humanos. En la ficción todo es posible, pero debería haber alguna lógica. La serie, la temporada o lo que sea acaba sin ninguna explicación razonable, a la espera de que el espectador atrapado ansíe su reanudación.

 

El guion, dentro de la moda del catastrofismo apocalíptico, no se desenvuelve con lógica científica, sino como la fantasía de un cómic. Esa sería la excusa. Los actores, incluso Ricardo Darín, ponen el careto sin más. No es que sea una serie aburrida, sino infantil.


lunes, 12 de mayo de 2025

Todo buen relato es dual

 

A partir de un comentario de Borges, sostenía Ricardo Piglia que en todo relato hay dos narraciones que disputan entre sí. Quizá sea debido a eso, a la falta de relatos bien construidos, nuestro deambular insatisfecho por las series en busca de una que nos atrape. Me ha sucedido con varias, la gran cantidad que uno prueba y desecha a los minutos.





En la película Confidencial de un director que suele gustarme, Stephen Soderbergh, en apariencia una película convencional de espías, en un departamento del gremio en el que todos desconfían de todos, buscando entre ellos a un amante traidor, se entrecruzan dos relatos. Lo que mueve la película y el interés del espectador es hallar el tipo de traición que está en juego: la fidelidad a la pareja o la infidelidad a la patria. No basta con eso, por supuesto, para hacer una buena película, pero los actores son muy buenos y el montaje y la planificación dinámicos, cortos y precisos. Es entretenida.





Igual de dinámica es la serie The Pitt, no tanto en la planificación como en el montaje. En este caso el escenario son las salas de espera y atención del Hospital de Pittsburgh. Las historias que se cuentan son la del médico responsable de urgencias y la de los médicos que inician su formación en el hospital, por un lado, y, por otro, la diversidad de casos que llegan para ser rescatados de una muerte inminente. Lo que se nos cuenta tanto de unas historias como de las otras son retazos, fogonazos del vivir en tensión continua de médicos y enfermeros que han decidido apostar por una profesión al límite y del regateo de la vida de tantos en la antesala de la muerte. Las múltiples historias que se entrecruzan llegan al límite cuando las salas de urgencia se ven desbordadas por la masacre que ha producido un tiroteo en el centro de la ciudad.

Ambas, película y serie, darían la razón a Borges y sus epígonos: las extensas narraciones de la novela clásica - relatos ordenados de principio a fin - no sirven para describir la vida veloz y entrecortada de nuestro tiempo: son los brevísimos fragmentos al modo de los pequeños vídeos de tik tok los que mejor la cuentan.


viernes, 9 de mayo de 2025

Gaudí en La Colonia Güell

 



Seguramente te sobrepondrás a la marabunta de las colas. Si vas a Barcelona querrás ver la Sagrada familia. Quizá no te importe lo que haya de verdad del proyecto de Gaudí y de fantasía de los arquitectos y constructores posteriores, no te lo reprocho, quién yendo a París no va a ver la Torre Eiffel o el Taj Mahal si va a la India. Pero si te interesa conocer el proyecto arquitectónico del famoso arquitecto te aconsejo que antes que nada visites la Colonia Güell en el Sur Metropolitano de Barcelona, en Santa Coloma de Cervelló, concretamente.


                                                            

Conocerás dos cosas, quizá tres. Lo que queda de la colonia Güell, muy bien conservada, con bonitos edificios modernistas, es la muestra del sistema fabril que la burguesía catalana ideó a mediados del siglo XIX, le hizo rica y ayudó a hacer de la capital catalana una gran ciudad. En los márgenes del río Llobregat quedan muchas muestras del sistema, la mayoría abandonadas. El empresario textil construía un núcleo urbano en torno a la fábrica textil donde todo estaba a la mano para el obrero: la vivienda, la escuela, el economato, el médico y la farmacia. Y, por sobre todas las cosas, la capilla o la iglesia, pues aquella gente era muy religiosa. El sistema ideal de obreros hormigas.


                                

Así que, junto a la colonia, conocerás cómo se surgió el poder político y económico de la burguesía catalana. Cuando vuelvas a casa te aconsejo, si aún no lo has leído, La ciudad de los prodigios de Eduardo Mendoza. Te encantará.


                                    

Y la tercera cosa, que te maravillará estoy seguro, es precisamente la iglesia que diseñó Gaudí para la colonia. Bueno, no exactamente lo que diseñó, pero sí una parte. Los proyectos de Gaudí eran lentos, muy lentos en su preparación y muy caros. Así que el conde Eusebi Güell, el mismo del Parque Güell que, seguramente, también querrás visitar, terminó por despedir al arquitecto o, mejor, se lo llevó a Barcelona para ponerlo a trabajar en proyectos mayores. Pero lo que queda es impresionante y comprenderás lo que quiso hacer después con la Sagrada familia. 




Junto a la cripta, que es lo que queda del diseño inicial, la cripta de la iglesia de la colonia, verás la maqueta, reconstruida no hace mucho, de lo que pretendía el genio. También hay imágenes y vídeos del proyecto. La cripta Güell es propiamente la maqueta de la Sagrada familia.

Y algo curioso, para terminar, entre las muchas edificaciones que Gaudí construyó para la familia Güell están las bodegas del barrio de Garraf, junto al mar, entre Sitges y Castelldefels. Podrías acercarte y comer allí, porque actualmente forma parte de un restaurante.




jueves, 8 de mayo de 2025

Montserrat y las tres perlas del Císter

 


Si tienes más días, lo ideal es reservarte una semana o 10 días, sigue con el turismo de paisaje, arte y religiosidad en el suroeste de Cataluña. Un día entero para Montserrat y otro para las tres perlas del Císter.

Montserrat es un puño con los nudillos apuntados hacia el cielo. Se ve desde muy lejos e impresiona su singularidad. Muchos a lo largo de la historia han pensado que ahí debería guardarse algún secreto. Te sorprenderá el gran aparcamiento atestado de autocares: estudiantes europeos (franceses, ingleses...) y adultos del este (croatas, checos y, sobre todo, polacos). No se te ocurra ir en fin de semana porque tendrás que abrirte paso a codazos, sobre todo ahora que, hecho añicos el sueño de reconquistar Europa, los culés tendrán que renovar los votos montserratinos.

Montserrat es un espectáculo donde los creyentes verdaderos se mezclan con los curiosos y los senderistas. Dedícale el día entero: está la Virgen Negra, la basílica y el museo. Hasta es posible que pilles un concierto de su coral infantil. No hace falta que lleves comida, hay amplios restaurantes a buen precio. El origen del monasterio se asocia al abat Oliva, en el XI, pero lo que ves se debe en gran parte a la reforma que acometió a finales de los años 20 del siglo pasado un personaje del que ya te he hablado Josep Puig i Cadafalch.





Si, además, eres un senderista consumado, puedes probarte primero con la ruta del rosario hasta la santa cueva, salpicada de estaciones, donde lo mejor del arte arquitectónico y escultórico del modernismo y del noucentísme dejó su huella: un museo de arte religioso al aire libre. La otra ruta es circular ascendiendo por el norte del monasterio hasta el punto más alto y llegando por el sur. Te inundarás de paisaje, hacia los valles adyacentes y hacia los lugares más significativos del interior de la montaña.

                                                        

La reforma de Bernardo de Claraval dejó su huella, además de en los valles pirenaicos, en tres monasterios de la provincia de Tarragona. Tómate otro día para visitarlos. Bernardo añadió austeridad al Ora et labora de San Benito. Ese era el espíritu del románico. Empieza por el de Santes Creus. El departamento de cultura de la Generalitat ha hecho una ímproba labor de restauración. Se ve que hay dinero. Tras la desamortización de Mendizábal quedó medio derruido. Ahora está casi reconstruido. 



Los estilos se mezclaron a lo largo de los siglos, pero quedan huellas románicas en la iglesia y góticas en los notables ventanales del claustro. Junto al monasterio hay un restaurante que sirve buenos calçots, si es que aún es temporada. La Valls cercana es la capital de los calçots. También puedes pararte en el bonito pueblo amurallado de Montblanc. Estos días celebraba su feria medieval.

                                                            

En el monasterio de Poblet están enterrados buena parte de los reyes de la Corona de Aragón. Junto al austero románico inicial, visible en la iglesia abacial, el gótico luce en el cimborrio, las galerías superiores del claustro, la sala capitular y el Palacio de Martín el Humano, ínsito en el monasterio. Publet, como Santes Creus, fue panteón de los reyes de Aragón. 



Fue restaurado a conciencia durante el franquismo cuando volvieron los monjes después de un abandono secular. En esta primavera, los colores ocres de los edificios monacales contrastaban como una isla en el mar verde de los alrededores, los azulados cielos y los algo más lejanos de la Sierra de Prades. Tanto Poblet como Vallbona de les Monges están habitados, el primero con frailes, el segundo con monjas. Es posible que si no te andas con tino encuentres este último cerrado.

Para otra ocasión quedaría la visita por las comarcas del noreste de Cataluña. Ahí volverás a encontrarte con tres joyas monásticas: Ripoll, Sant Pere de Rodas y Nuria. Esa visita podrías combinarla con los pueblos medievales de Girona.



 


miércoles, 7 de mayo de 2025

El paisaje románico (La Vall de Boí) II

 

 


Ayer por la tarde la iglesia de Sant Joan de Boí, donde te alojas, ya estaba cerrada. El cielo estaba encapotado -por la noche cayó casi un diluvio - , pero diste un paseo subiendo y bajando las escaleras metálicas que salvan el roquedal al que se encarama el pueblo, alrededor de una torre desigual, pues solo la mitad de abajo es obra de los canteros italianos, el resto posterior.




Has reservado el día de hoy para disfrutar de las maravillas de este arte del siglo XII. Has de comenzar por la iglesia de Santa Eulalia de Erill la Vall, cuya torre ayer veías a lo lejos desde distintas perspectivas. Es la más esbelta, sin duda, rodeada por un caserío que parece sostenerla como la base de un castell. Las iglesias no se construyeron de una tacada, sino en un largo periodo, en varias fases, en los siglos XI y XII. Quizá la de Sant Joan fuese la primera, pero en Erill vivían los señores del valle. Los maestri comancini, cuadrillas de canteros y pintores, a comienzos del siglo XI abandonaron la Lombardía para difundir por media Europa su estilo románico tan característico: bandas y arcos ciegos en los ábsides, esbeltas torres cuadradas con ventanas geminadas y pinturas murales tanto en la cara interior de la bóveda como en las paredes de las naves.

                                    

Aunque las cuadrillas lombardas no destacaron por trabajos escultóricos, una excepción es el Descendimiento de Erill la Vall: el conjunto de figuras bíblicas, en madera, que asisten al momento icónico de la bajada de la cruz. Las piezas están en el MNAC de Barcelona. Lo que ves es una buena reproducción. Si quieres que te lo cuenten, junto a la iglesia hay un centro de interpretación.

El momento cumbre de la visita al Valle es la llegada a Taüll, con dos iglesias, Santa María, en el centro del pueblo, y Sant Climent, a la entrada, el románico en todo su esplendor.


                                                                

De Santa María de Taüll uno imagina cómo debió ser el decorado interior, las pinturas que cubrían los muros, el interior de los arcos y el ábside: pinturas del Juicio final, el infierno y la glorificación de Santa María y la Epifanía en el ábside central.


                                            

La torre cuadrada de seis pisos de Sant Climent de Taüll le hace la competencia en esbeltez a la de Erill la Vall, el entorno, el estar aislada de la población, le favorece. También las dimensiones interiores de las tres naves y el extraordinario Pantocrátor central que, aunque es una copia, nos da cuenta de su maestría, una de las joyas del románico universal. Podemos hacernos una idea de cómo fue en su momento de mayor esplendor con el vídeomapping que se nos ofrece.


                                            

Por la tarde, después de ver el interior de Sant Joan de Boí, otro conjunto de extraordinarias pinturas, puedes hacer la ruta senderista, de unos 10 km, que va de Boí a Durro, de Durro a Barruera y de vuelta a Boí. Tendrás vistas inmejorables sobre los campanarios, los picos nevados y los barrancos por los que baja el agua como torrente estos días.


                                                        


Yo que tú prolongaría un día más la estancia para, al día siguiente, hacer una gran ruta por el interior del Parque Nacional de Aigüestortes, un paisaje de bosques, cascadas, torrentes y lagos. Lo tienes a pocos minutos en coche - también hay furgonetas que desde Boí te dejan en el aparcamiento donde se inicia la ruta circular. Tienes muchas opciones. Lo más fácil es llegar hasta las pasarelas que regatean la explanada acuosa que da nombre al parque. Puedes prolongarla hacia arriba, llegando hasta el Estany Llong, todavía cubierto de nieve en los alrededores y de una capa de hielo en la superficie. Y si tienes fuerza, hasta el Estany Redó. Si la haces completa, unos 17 km en 8 horas. 




Saliendo del Valle puedes hacer un desvío hacia la Seu d’Urgell y Andorra. En la catedral románica de la Seu d'Urgell hay documentos que atestiguan que un maestro lombardo, Raimundus, con cuatro canteros, se ocupó de su construcción. O bien puedes acércate a Lérida, para ver su monumento más destacado, la Seu Vella, en el cerro que domina la ciudad y la comarca. La catedral, que se construyó en el mismo siglo que las iglesias que has visitado, estuvo a cargo de un maestro de obras local, ya no lombardo, Pere de Coma, “Magister Operis Sedis Ilerdensis”, donde trabajó durante veinte años hasta su muerte. Posteriormente se añadieron elementos góticos.


Por supuesto, la visita al Vall de Boí no termina si no te desplazas hasta Barcelona para ver las pinturas y esculturas que guarda el MNAC tras el ‘arrancamiento’ de la capa pictórica de las iglesias del Valle, por medio de la técnica del strappo, que llevó a cabo Puig i Cadafalch y su equipo a comienzos de la década de 1920.

 


martes, 6 de mayo de 2025

El paisaje románico (La Vall de Boí) I

 

 


Ahora que todo es verde a tu paso es el momento para visitar el Valle de Boí, el valle por excelencia del románico. Conviene hacerlo de abajo arriba, irás viendo a lo lejos las cumbres nevadas de los Pirineos. Comienza por l'Assumpció de Coll, la más sencilla, pero no por ello menos hermosa, el aperitivo para el festín del románico, la alta torre, las ventanas ligeramente apuntadas, los canecillos de la nave y el ábside, el cementerio jardín, las vistas. 


   

Quizá sea la más sencilla de todas las del valle, pero no hay crismón más bonito que el que aparece sobre la arquivolta de la fachada, con dos palomas y dos cabezas en las cuatro esquinas, una de ellas tocando un cuerno de caza. Fíjate en los capiteles dorados y en el herraje de la portada, tan bien conservado.

 


Las iglesias de Coll y la siguiente, Santa María de Cardet, no se pueden visitar por dentro, solo en verano, pero no es necesario si a tu cuerpo le llama el paisaje, la singularidad de las iglesias tan bien integradas en él. En Cardet no hay torre sino espadaña con hueco para tres campanas, aunque se conservan dos. Si rodeas la iglesia, dando la vuelta hacia el ábside, el horizonte, visto desde el mirador sobre el reciente entarimado, se amplía hacia el río Noguera de Tor y hacia Barruera, de hecho, podrías ir a pie disfrutando del bello paisaje. Cardet no tiene la típica torre lombarda pero el alto ábside la suple con sus arcos ciegos

 


La tercera está en Barruelo, donde, si no estás atento, la iglesia de Sant Feliu, a la derecha, no muy lejos de la carretera, te pasará inadvertida, pero en cuanto la ves en medio de un paisaje floral, amarillo y blanco, volverás al encantamiento del románico. Austera en su interior, con dos ábsides levantados con sillares irregulares, la particularidad de Sant Feliu es el porche que resguarda el pórtico orientado al sur.




La cuarta iglesia está un poco más arriba, en una carretera que sale a la derecha. Hay que subir y curvear. También la iglesia de la Nativitat de Durro tiene porche, cuyo arco de entrada ofrece una buena perspectiva sobre los picos nevados, pero no ábside tras su única nave, porque desapareció tras un derrumbamiento. Los capiteles del pórtico están oscuros, deteriorados, apenas se adivinan los motivos; también tiene un herraje medieval, pero no impresiona como el de Coll. Donde luce esta iglesia es en los cinco pisos de su campanario, con ventanas geminadas, visible desde lejos.

 


Es hora de comer. La iglesia está cerrada. Será el momento, si has empezado tarde la excursión, de subir caminando por una pista, atravesando el riuet de Durro, hacia la ermita de Sant Quirc, recientemente restaurada. No tardarás más de media hora. El lugar, ideal para hacer picnic. Todo es paisaje exterior en este lugar: hacia arriba, los macizos cercanos, los picos nevados, y pequeños lagos a los que podrías acceder si tuvieses días de sobra para hacer senderismo, hacia abajo los valles y barrancos de los ríos pirenaicos, Durro y Barruera.





 La ermita está cerrada pero su obra más valiosa esta en el MNAC de Barcelona, el extraordinario frontal (Siglo XIII) que representa el martirio de los santos Julita y su hijo Quirce, aserrados por la mitad, clavados con pinchos y espadas y quemados en una olla.

 


Tras el descanso en este paraje solitario puedes volver a la Iglesia de Durro y recluirte en su paisaje interior. Déjate penetrar por el silencio que viene de los siglos, atrapado en la bóveda y los arcos fajones. De la imaginería románica solo queda una talla muy maltratada por el tiempo, una cabeza de Nicodemo. No te detengas en los retablos añadidos en siglos posteriores.

 

Puedes volver a Barruera para hacer provisiones en alguno de los super, porque si has pedido alojamiento en el valle, es posible que te encuentres en esta época con la mayoría de los restaurantes cerrados. Tómate una caña en la Rutlla, si das por concluido el día, enclavado en un paraje bonito. Y mañana sigue con las iglesias románicas del valle, las que quedan te quitarán el hipo.