Tiene
mucho en común esta película con Joker.
Se ha dicho que los artistas tienen una antena para captar el viento
de la historia, hacia dónde se mueve.
Muchos
coinciden en detectar
el
presente malestar, aunque la insatisfacción parece una condición de
la humanidad, pero el cambio propiciado por la revolución
tecnológica
es ahora
más
rápido y
con mayor capacidad para el trastorno. Si Joker
situaba la acción en el pasado y el trastorno en la psique del
individuo, Parásitos
lo hace en el rabioso presente y en las consecuencias
sociales. Ambas presentan un mundo dual de insoportables diferencias,
las de los pocos beneficiados del cambio frente a los grandes
damnificados. Joker
opta por una escenografía nocturna y oscura. El
protagonista
con un psiquismo atormentado vaga por una ciudad donde dominan las
noticias falsas, la manipulación televisiva y
el trabajo escaso.
Parásitos
alterna la casa amplia, moderna, bien iluminada, conectada, con el
cuchitril donde viven los desahuciados, estrecho, oscuro,
desconectado. En ambas los vínculos sociales están rotos, la
apariencia, la fantasía o lo virtual sustituyen
a una realidad desagradable o directamente infernal, donde
no queda otra que el sálvese quien pueda. Ambas acaban en una orgía
de violencia. Si
las proyecciones de los pesimistas
se realizasen, el
mundo futuro
estará
lleno
de seres irrelevantes y prescindibles. Todo
es posible. No hace falta imaginar calles incendiadas, escaparates
rotos y tiendas al asalto, lo estamos viendo cada vez más y en
diferentes partes del mundo. ¿Hay que asustarse? Al comienzo de la
revolución industrial ya lo vimos con los luditas asaltando fábricas
y destruyendo las máquinas que les quitaban el trabajo hasta que la
sociedad encontró un nuevo modo de ordenarse.
¿Es
una buena película Parásitos?
Para
mí, el primer tercio, mientras mantiene la intriga de una familia
desahuciada que va infiltrándose en una casa rica mediante
tretas ingeniosas,
me
parece lo mejor, se engancha con films clásicos como
Teorema
de Pasolini o el Haneke de Funny
Games, incluso
el Buñuel de El
ángel exterminador.
Imaginativo,
intrigante, subversivo. Pero después, incomprensiblemente, toma la
forma de una película de género con elementos de terror y gore,
previsible
y
simplista, con
una
violencia desatada, tan poco justificada o explicada como la de
Joker.
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