viernes, 1 de noviembre de 2019

Caen las hojas


Contra el absolutismo de la nada”.

Hace un minuto una gran pamela naranja cubría el cielo por encima del lóbrego azul casi negro que diluía las luces blanquecinas de la ciudad. La luz crepuscular ha desaparecido de golpe y he visto a Neptuno correr hacia el oeste, aunque no era él quien se movía sino las nubes que recuperaban su color grisáceo en dirección contraria.

1. Si toda tu vida la pudieses compendiar en un minuto, al nacer verías la incontenible alegría de tus padres, estarías, luego, tocando, puliendo, desgarrando la naturaleza de las cosas, oliendo y sorbiendo el mundo con delectación y amargura, a tus iguales verías caer como hojas muertas y a otros que han de sobrevivirte un minuto más, y en tan poco tiempo así habrías de sentir lo llena de segundos muertos que está tu vida, diamantes arrojados a la basura, y la tristeza de tus hijos al final cuando seas una más de las hojas caídas, y hasta verla desaparecer y confundirse con la indiferencia del mundo. Ese minuto se te hará largo si piensas qué hacer para dejar huella, para escapar de la irrelevancia a que te condena la vida. La vida ha creado con mimo las especies, los individuos como tú solo sois hojas, aquellas permanecen, magro consuelo, tuya es la conciencia dolorida.
Compórtate de tal manera que tu muerte sea escandalosamente injusta”.

2. Si la vida discurriese en un minuto, podrías contemplarla como una partida de cartas. Todas las bazas son malas porque cada partida tiene un tiempo acotado. En la siguiente partida ya no estarán quienes jugaron en la anterior, tampoco tú si has salido triunfante, pero qué placer saberte ganador mientras jugabas. Y qué satisfacción en el último instante saber que has jugado bien tus cartas.
La primera pregunta ontológica hecha al principio del camino de la vida, por qué existe el ser y no la nada, cede el paso a la segunda y definitiva que nos asalta en el trecho final: por qué el ser se parece tanto a la nada".

3. Pero por qué ceñirte a un minuto, por qué ser esclavo de las exigencias de la especie. En el cambio de siglo, del XIX al XX, el minuto del hombre se le fue en la angustia, trágica angustia que maltrató el siglo. Para tapar el gran boquete que se abrió, hoy te has hecho ciego como niño recién nacido, tu tiempo es un minuto banal que acumula juguetes, dilapidado como si no fueses digno de él. Y sin embargo, todo está listo para romper ese minuto.

4. En este minuto se te puede ir la vida, así que vívelo como si en él compendiases tu vida entera. Quizá lo hagas siguiendo el consejo de Javier Gomá:
"El ideal supremo que nos mueva será una aspiración póstuma: que, tras nuestra muerte, la imagen que dejemos invite a quienes la recuerden a una vida digna y bella". (Javier Goma, Dignidad). 
O quizá te valga esto que escribió Virginia Woolf en Miss Dalloway: 
Como somos una raza sin esperanza, encadenada a un barco que se hunde, aliviemos los sufrimientos de nuestros compañeros de prisión”. “Seamos todo lo decentes que podamos”.

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