Al
contrario del boato con que se trata Almodóvar, esta pelí se
construye sobre una historia como dios manda. Nada en el inicio nos
advierte de lo que va a ocurrir, así que lo mejor es asistir virgen
a la proyección sin saber nada de ella. Solo que detrás hay una
novela y que detrás de la novela hay una vida de la que uno se puede
informar a posteriori. La historia va fluyendo con lentitud, con un
ritmo pausado en el que la historia romántica va posando los pies
poco a poco en tierra hasta la explosión final. Que la historia
funcione y sea creíble se debe en parte a los actores, especialmente
a Virginie Efira, un prodigio de contención, en cuyo rostro vemos
reflejados primero y esculpidos después los cambios que a lo largo
del tiempo se van produciendo, también a las distintas actrices que
van incorporando el tercer personaje, la hija de esa madre que acepta
el destino adverso como una santa de otra época. Porque lo que vemos
es una película río que abarca una vida entera, desde la pequeña
ciudad de Châteauroux en los 50 al París actual.
Uno
podría discutir con la película, pelearse con los personajes, con
la guionista o la directora, con la novelista, o con quien sea que
defienda alguna de las tesis expuestas brevemente al final, pero lo
que no puedo hacer es decir que no me ha entretenido, que no me ha
hecho pensar o que no me haya planteado dilemas morales que al fin es
lo que hacen los buenos libros y las buenas películas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario