Como la etapa entre Bayona y Pontevedra no era demasiado bonita - mucho asfalto - me he ido entreteniendo dándole la vuelta a los nueve círculos infernales de Dante. Subidas y bajadas, desayuno en Redondela, orvallo e indecisión al llegar a Pontevedra: ¿Seguimos adelante hasta Caldas de Reis o nos paramos aquí? Ya había reservado noche en Caldas cuando ha empezado a llover. La lluvia y la bici no son amigas, sobre todo si hay arena o barro de por medio. Así que nos hemos quedado en Pontevedra en el Hotel de la Estación. Día tranquilo y aburrido.
No conocía Baiona y me sorprendió. Un pequeño casco histórico con restaurantes y tascas, una extensa fortaleza muy restaurada en cuyo interior hay un parador, un puerto deportivo con yates pequeños y una extensa bahía, con casas en los montes de alrededor, de gente que se puede permitir la vista al mar, la playa y las islas Cíes.
Los restaurantes estaban concurridos. Pedimos una ración del pulpo y una ensalada mixta. El plato de pulpo era la mitad de lo que recordaba y el precio el doble. Nos alojamos en una casa algo así como rural, con muchas habitaciones. Quien tiene una vivienda tiene un negocio y quien no, vive con lo puesto, a un paso de la ruina. No estamos en el mejor momento del gran logro europeo, el estado del bienestar, que va a menos.
La imaginación de Dante compuso un edificio infernal de 9 círculos, de menor a mayor castigo por una vida pecaminosa. Cabe preguntarse, es lo que yo hacía mientras pedaleaba, cómo hemos llegado hasta aquí, al actual decaimiento del país.
9. En el noveno círculo, en el limbo, situaría Dante a los votantes. Quienes en sucesivas elecciones votan siempre lo mismo, a sabiendas de que su partido es dañino. (Sabían además con quién iba a pactar).
8. En el octavo, a los militantes que eligen a su candidato en primarias sabiendo que no es el mejor (sabían que había hecho una tesis fraudulenta).
7. En el séptimo, a los miembros del Comité Federal que conocían el acceso amañado a la secretaría general de su Secretario General.
6. En el sexto, a los diputados que, como le deben el puesto, bien retribuido, ni uno solo, perdido el rubor, dimite por vergüenza.
5. En el quinto, a los ministros que se han dedicado a defender lo indefendible, a seguir las consignas del día en vez de dedicarse al bien común, a los asuntos de su ministerio.
4. En el cuarto, a los oficiales, los que llevan la agenda, crean las pautas retóricas y elaboran el discurso del engaño.
3. En el tercero, a los periodistas que hacen de propagandistas, de correa de transmisión del engaño, negando lo evidente
2. En el segundo, donde se juntan todos los pecados: nepotismo, mordidas y corrupción, grabaciones espías, chantajes, los trabajos sucios, al núcleo del Peugeot y a la familia
1. El primer círculo, el más grave, lo reservaría Dante al pecado mayor, la traición: convertir lo ilegal en legal, hacer de la Constitución letra muerta.
¿Pero entonces, quién ordena el infierno, quién corrompe? Y por fin, ¿ Qué entiende cada uno de ellos por 'bien común'?
Sin la contribución de cada uno de los miembros de cada uno de los nueve circulos no habríamos llegado donde hemos llegado. Cada uno de los condenados tiene el mismo nombre. En el infierno lo repetirá como una jaculatoria: me llamó como Ábalos se llama, como se llama Koldo me llamo, me llamo como se llama Cerdán, como Pumpido se llama, como Begoña y el hermano. Es fácil adivinar con qué nombre cada uno de ellos se llama.
Ha sido penoso, a primera hora de la mañana, rodar por el paseo marítimo de Vigo, atravesar la ciudad de punta a punta para seguir hacia Redondela. Una ciudad nada amable para el peatón, para el ciclista o para el peregrino. Los carriles bici son minúsculas, el pavimento de los paseos, viejo, gastado, tuberculoso. La ciudad es famosa por ser la primera en encender las luces navideñas. Por qué, en su lugar, no hacen una ciudad más aseada más limpia más agradable. El mal del populismo.