jueves, 18 de marzo de 2021

Sentimental (2020)

 


Dos parejas, los del piso de arriba y los de abajo, con unos pocos años de diferencia entre ellas, la suficiente como para meter el sexo en la conversación con actitudes muy distantes. De eso se trata, una larga conversación teatral a lo Jasmina Reza (Arte). Para marcar el contraste, primero se presenta a la pareja más tradicional: pareja medio burguesa con barniz cultural, ‘fané y descangayada’ por la rutina de los años y la falta de sexo. Se cuece en el sarcasmo. Responde muy bien al medio barcelonés en que se sitúa el escenario, que tan bien conoce el director guionista, Cesc Gay. Un timbrazo en la puerta da paso a la pareja más joven: el sexo como carta de presentación, lenguaje directo y presunción liberal de su práctica.


La carpintería del guion está construida en dos direcciones: pequeños hallazgos dialécticos, a modo de réplicas, de zascas, para sorprender y descolocar al espectador y el personaje de la psicóloga, ingenuamente directo que representa muy bien Belén Cuesta, la triunfadora de la función, como llave para desenmascarar ‘la moral burguesa’. Los zascas tienen su gracia, pero es difícil mantener una obra teatral filmada, que es lo que es esta película, con sólo zascas. Lo otro, lo de desenmascarar la rancia moral -esa cosa tan antigua de las comedias- está tan visto que … se sigue arreglando con un buen final que devuelve el agua derramada a la jarra. Cosas que se arreglan en el teatro. Para que la comedia burguesa tenga espectadores tiene que conectar con el lenguaje del momento, con lo que está en el aire, sobrentendidos y atrevimientos, lenguaje picante, se decía, que provoque una risa defensiva e incómoda. Eso lo logra con la complicidad del espectador -fue probado en las tablas del teatro antes de ser película- que responde con risas chispeantes. Otra cosa es la vida real, donde el sexo es algo más que réplicas graciosas, y donde la comedia burguesa ya no dice gran cosa.


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