domingo, 14 de marzo de 2021

La intimidad de la materia

 

Unos pocos españoles tienen algo interesante que decirte.


Ginés Morata, biólogo, en EM, hoy: La intimidad de la materia


1. Dios es una de las grandes construcciones humanas. Una construcción de la imaginación humana, que es lo que nos distingue radicalmente de los animales. Es maravilloso además que hayamos hecho a Dios a nuestra imagen y semejanza, incluyendo la dulzura del vivir y la venganza. Dios ha sido el gran subterfugio para no morirse.

2. La muerte es otro gran invento humano. No porque no exista, sino porque tenemos conciencia de ella. Hay especies que no se mueren. Se dividen y ya hasta. La muerte es una cuestión de organismos superiores. Eso quiere decir que la muerte no es requisito de la biología. Nuestras células germinales son también inmortales. No tienen ningún plan de senilidad y desaparición.

3. A base de bloquear los factores de envejecimiento conseguiríamos hacernos independientes de la muerte. Partimos de un hecho clave: la especie humana aspira a no morirse… La medicina, las religiones vienen de ahí. Y por qué no vamos a poder pensar en bloquear completamente el declive. Por qué no podríamos escribir la inmortalidad en nuestros genes. No es descartable que lo hagamos. Los genes se manipulan con mucha facilidad. Otra cosa es si se debe hacer... La inmortalidad sigue siendo una especulación, pero no infundada.

4. Sobre la biología sintética. Es posible que los hombres construyamos un cerebro mejor que el nuestro. En Canadá ya han puesto a la venta un salmón, modificado con genes de anguilas, que crece más rápidamente y es mucho más grande ¿Que significa esto? Pues que ya creamos organismos que la evolución jamás produciría.

5. El universo trata de problemas que ni siquiera somos capaces de plantearnos. Cosas vinculadas con la intimidad de la materia. la biología apareció aquí hace 2000 millones de años, con sustancias y factores que son comunes a todos los seres vivos. Todo lo que no entendemos tiene que estar necesariamente basado en ese alfabeto. Disponemos del alfabeto. En el universo todo es tan inaccesible que se vuelve fútil. La biología tendrá un fin será desentrañada.

6. Uno es libre de pensar y de sentirse lo que quiera, macho, hembra, hermafrodita. Los machos y las hembras tienen características distintas, que dan lugar a conductas distintas. Hay una respuesta biológica muy clara. Hay genes que funcionan específicamente en la mujer y otros en el hombre y esa especificidad la activan los cromosomas. Ahora bien: uno puede ver su propia sexualidad independientemente de su propia biología. Pero igual que el yo dice lo que quiere, el cuerpo del yo dice lo que está diseñado. Aún no sabemos los genes que funcionan en no sexo o en otro. En un futuro podríamos reconocerlos y transformarlos y pasar biológicamente de hombre a mujer.



Angélica Liddell, creadora teatral, en EP, ayer: El rito acaba en el escenario


1. Trabajar es “ser”, es “amar”, es entregarse a algo mayor que tú, es estar al servicio de algo que trasciende a tus propias intenciones y a tus propias fuerzas. En cambio, vivir no significa nada para mí. Todo lo considero desde la perspectiva de mi muerte. No sé vivir, no sé. Emocionalmente, en la vida, solo me identifico con los tarados, con los inadaptados, con los enfermos, con los rechazados, con los retrasados. Soy demasiado frágil para desenvolverme en un mundo de fieras, de adultos, de traiciones, de engaños, de fiesta, alcohol y diversión. Mi alma es de niña.

2. [Le preguntan cuál cree que es su aportación] Ninguna. En el teatro solo cuenta el instante. Esa epifanía fugaz. Ese cruce de voluntades entre el creador y el público, esa ceremonia. El resto no importa nada.

3. El teatro para mí es como estar dentro de un cuerpo que no me pertenece. Detesto a los actores y su mundo, me da fatiga el artisteo, ese lodazal de egos, vanidad, ansias de destacar y de ser especiales. Aborrezco ese mundillo sediento de halagos. Los actores son ruidosos, tontos, a Beckett tampoco le gustaban. Yo carezco de ese sentimiento de pertenencia a la comunidad teatral, al grupo.

4. Supongo que en algún momento reventará esta bulimia de egocentrismo, todo este fango socialtotalitario de los instagramers en busca de protagonismo y halagos, esta ansia de éxito a cualquier precio y a cambio de cualquier cosa, carne de Netflix, una sociedad antagónica a la humildad y al servicio, prepotente, empachados de derechos a toda costa. Un derecho del que no emana un deber no es un derecho. Es lamentable.

5. Una cosa es el público, el encuentro trágico, y otra cosa los fans. El rito acaba en el escenario. El fan se apropia de tu intimidad. Son los primeros en perderte el respeto. Si además de fans son actores (que suelen serlo), entonces ya me repugna. Hay gente a la que le gusta la posfunción, la copita, los halagos, toda esa basura, incluso se follan a los fans y los fans se follan al artista. No me va. Me produce un tedio insuperable.

6. Ahora solo quiero seguir trabajando y envejecer. Mi mayor miedo es la demencia, morirme sola y loca. Mediante la escritura intento transformar los miedos en algo bello, los arranco de mis entrañas y así puedo sobrevivir a ellos.

7. No busco lo contemporáneo, sino lo eterno. En mi testamento le he dejado mis escasos bienes a una pintura del Museo del Prado, Cristo sostenido por un ángel, de Antonello de Messina, así que imagínate. No distingo lo contemporáneo como tal, todo lo que me rodea en el tiempo es contemporáneo y eterno a la vez, incluido un caravaggio o una entrevista de Rafael de Paula. Todo lo que fue rabioso en su tiempo lo sigue siendo ahora si lo escoges como contemporáneo. Me siento muy alejada de lo que se suele entender por contemporáneo.




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