domingo, 29 de diciembre de 2019

Il traditore



Pasa por ser una de las pelis del año. ¿Superior a El irlandés? También la mafia es su tema, pero así como Scorsese quiere que sobre el fondo mafioso de la historia haya otro tema más poderoso, la amistad y lealtad entre hombres, quizá el amor, Marco Bellocchio se ciñe a la mafia, a una de sus figuras, il pentito, el traidor. Es casi inevitable en este tipo de películas tomar partido, identificarse con alguno de sus personajes. Si es bueno tanto mejor, pero si es un malvado deseamos que mate cuantos más mejor, porque sabemos que los crímenes del cine no son reales. Parapetados en la oscuridad del cine o en la media luz de nuestro salón, cuando los vecinos duermen o hacen lo mismo que nosotros, damos rienda suelta a nuestras fantasías y resentimientos, nos redimimos de nuestra mediocridad. Pero así como el espectador suspende en la sala oscura su barómetro moral, el autor de un film no puede hacerlo, al menos lo tiene que disimular de forma creíble.

El prota de Il traditore es un hombre maduro, elegante, guapo, mujeriego, las tiene todas consigo para ser atractivo y encandilar al espectador. Y además traiciona a los suyos hasta el punto de salvar al Estado italiano llevando a la cárcel a los personajes más crueles, sanguinarios, de toda una época, entre ellos il capo di tutti i capi, Salvatore Totò Riina. Contada así la historia, que es como lo cuenta el cine, que es como la cuentan los periódicos y las teles, que es como la opinión pública se lo cuenta a los ciudadanos el mundo, se desvanece para brillar con la cálida luz del plató del sábado por la noche. Tommaso Buscetta, il traditore, habló largo y tendido ante el juez Giovanni Falcone. ¿Fue realmente un traidor o un uomo d’onore, como él se proclamaba, se ofrece a colaborar porque la Cosa Nostra se ha traicionado a sí misma, actúa por venganza por las muchas muertes que padeció su familia, hijos incluidos, en la despiadada lucha por el poder, en los ochenta, desatada en Palermo, se quebró ante la fortaleza del Estado, tortura incluida, se vendió porque el Estado le ofreció protección y recursos a él y a su familia?

Hay una historia dentro de la historia en esta película. Buscetta quiere convencer al juez Falcone de la sinceridad de sus sentimientos, justificar su colaboración. Le cuenta que a poco de entrar en la Cosa Nostra recibió la orden de matar a un hombre. Cuando se presentó la ocasión, el hombre vio en la presencia cercana de Buscetta el augurio de su muerte, cogió en brazos al bebé que estaban bautizando y lo abrazó contra su pecho, se parapetó tras él. La mafia, entonces, no atentaba contra los inocentes, ni contra las mujeres. Pasaron muchos años, y el hombre siempre se acompañaba de su hijo como escudo protector. De ese modo justificaba Buscetta, en contraste con la inmoral brutalidad de la nueva mafia de Totò Riina, su lealtad a las viejas reglas. Era la mafia la que se había traicionado a sí misma. Así transcurre la película con la vida de Buscetta refugiado en Río de Janeiro, acompañado de su bella mujer brasileña, de sus hijos, con contraplanos de los asesinatos en Italia, hasta que la policía brasileña lo detiene, lo tortura y lo extradita. Un héroe. ¿Un héroe? En las dos últimas secuencias Marco Bellocchio completa al personaje. Primero en el juicio contra Andreotti: su testimonio no sirve para condenar al 'gran vecchio' pero sí para desmoronar la reputación de Buscetta. Y por fin, se desvela el desenlace de aquella historia de juventud, la del hombre parapetado tras su hijo.


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