viernes, 20 de diciembre de 2019

Colaboracionistas



¿No es comprensible que el árbitro o los árbitros a cargo del VAR no quisiesen revisar las acciones punibles dentro del área que podían ser penalti, durante el reciente partido de fútbol entre el Barça y el Madrid, para no encrespar los ánimos, para no dar motivos de enfado a los radicales seguidores del Barça en su propio estadio, a los alborotadores que la estaban montando en la calle? ¿No estaba justificado?

¿No es comprensible que el juez Marchena, en el redactado de la sentencia, tras el juicio en que se juzgaba a independentistas catalanes por un grave delito, rebajase la calificación que les condenaba a ensoñación, disminuyendo así la gravedad, disimulándola, literaturizando el lenguaje jurídico, para apaciguar la respuesta de los enfadados con el encarcelamiento, juicio y condena? ¿No estaba justificado?

¿No es comprensible que los dos grandes partidos españoles, durante estas cuatro décadas de democracia, hayan llegado a pactos con los partidos nacionalistas, en los que a cambio de apoyo para gobernar les cediesen competencias restringiendo cada vez un poco más el papel del Estado en Cataluña, dejando en sus manos asuntos tan importantes como la lengua, la educación y el orden público que afectan a la vida diaria de todos los habitantes, incluidos los no nacionalistas, y que ante ante delitos, irregularidades y casos de indefensión hiciesen la vista gorda para calmar o no agitar el rumor creciente de soberanismo, autodeterminación y rebelión? ¿No estaba justificado?

¿No es comprensible que los partidos de ámbito general presentes en Cataluña, que reciben los votos de la población no nacionalista, se aprestasen a colaborar con los partidos primero nacionalistas y luego claramente independentistas en el gobierno de Cataluña, en los ayuntamientos y diputaciones y en todo tipo de empresas públicas y privadas, con independencia de la desconsideración, ninguneo y humillación, de la restricción de derechos elementales de la gente que les vota e incremento de los de la otra parte, la que se moviliza y atemoriza y se impone, para estar a bien con ellos, para no crear divisiones y enfrentamientos sociales, para no quebrar la unidad de la comunidad, y que en los pactos no haya nunca acuerdos de neutralidad, de fomento de la igualdad, por ejemplo en el terreno de la lengua y la educación? ¿No está justificado?

¿O no es cierto que pactar con los nacionalistas es cesión, darles una competencia más, siempre en la misma dirección, en beneficio de la parte de la población connotada como propia del territorio y en menoscabo del resto que, votando a uno u otro partido o absteniéndose o pasando de la política, siempre ve cómo se menoscaban sus derechos, se les obliga, se les fuerza, se les intimida a que acepten la versión nacionalista de la vida en común? ¿No está justificado para que el territorio nacionalista sea una balsa de paz, un oasis, un lugar donde prospera la cultura, la inteligencia, donde se hacen las cosas mejor?

¿No están justificados los pasos de Sánchez en aras de la paz, la tranquilidad y el bien común?

P.S. Un ex ministro socialista de Zapatero ve lo mismo que yo.


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