1.
"No te has puesto el sujetador", le dice entre dientes un
español racial, con perilla, cuando pasan junto a mi mesa. La mujer,
una morenaza típica, con falda de cuero y blusa de un solo hombro,
ambas negras. Se le ve avergonzado y a ella cómoda aunque sumisa.
Luego, por el acento me entra la duda, ¿sudamericanos, canarios?
2.
"No mos volen", dice un señor mayor.
Y
ella: "Calla, calla".
Y
el otra vez: "T'ho dic, no mos volen".
3.
Dos hombres en un banco, con una botella en la mano
-
¿Tú crees en la teoría de la evolución?
-
Darwin, en
realidad,
habla de la teoría de la creación.
-
...
-
Esos animales creados antes del hombre tuvieron su oportunidad...
4.
De lado a lado, de acera a acera. Dos mujeres y compañía.
-
¡Ya estoy
jubilada!
-
¿Cuántos años
tienes?
-
Hoy los cumplo, 65
-
¿Lo vas a celebrar?
-
¿Cuándo ha sido la última vez?
-
Hay la zorra, la muy zorra...
-
Je, je, je
-
La zorra, la muy zorra...
-
Je, je
-
Pues los dos están muy buenos...
5.
Dos en bici, un chico y una chica, antes de iniciar la bajada. Ella:
-
Con la gente
de pueblo puedes hablar. Hay
que vivir en un pueblo
-
...
-
Los de ciudad están abducidos
6.
No
se les oye una palabra de español, o muy raramente. Quizá
consideran
que es una lengua de pobres o de impotentes o de insignificantes.
Cuando me cruzo con ellos en una ruta solitaria bajan la cabeza con
tal de no saludar y
si lo hacen, y con un Hello,
es porque yo les he saludado primero. Cuando
están en grupo chillan o levantan la voz, maleducados. Pensaran que
el territorio no está habitado o que sus habitantes son los turistas
o que no tienen habla o que
son
transparentes o que quizá no hay otro idioma en el mundo que el
inglés.
7.
Llegan
a paso quedo, arrastrando los pies, como si se abriesen camino en la
densa selva, buscan la mesa menos visible, la
más
apartada, cogen
la comida de los expositores cuando hay menos gente, evitando la
cercanía. Entro en el ascensor el primero para subir a las
habitaciones, luego entran ellos, él y ella, se mueven incómodos,
como encogiéndose para que entren algunos de los que siguen
esperando, pero no entra nadie más. No se quedan en el Hall como el
resto para hacer tiempo o para tener wifi. Negros africanos de
vacaciones, tan distintos de los ingleses o de los americanos o de
los instalados a la península, años de sumisión, la humillación
actuando en su mente.
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