miércoles, 1 de septiembre de 2021

Supervivencia

 

Supervivencia. Quizá no haya otro concepto que concite más energías. Sucede para cada individuo para cada país y para la humanidad entera. No aparece como la preocupación en primer plano, pero está ahí, latente, innombrada, detrás de las decisiones conscientes o inconscientes que vamos tomando. Si fuésemos totalmente conscientes tendríamos una estrategia de supervivencia. Cómo organizar nuestra vida a largo plazo. También un control sobre nuestras acciones cotidianas, nutrición, deporte, amistades, amor, familia, seguridad. Una táctica. Si actuásemos así, con un rigor consciente, nos convertiríamos en robots, en máquinas eficientes, dejaríamos de ser totalmente humanos. Perderíamos espontaneidad, eliminaríamos en lo posible el azar de nuestras vidas y, en consecuencia, gran parte de los descubrimientos de nuestra vida sobre la Tierra, los que nos han hecho la vida más fácil. No habríamos llegado muy lejos. Seríamos una especie limitada, como lo son el resto de las especies. Y sin embargo, actuando así, planificando a lo lejos y midiendo cada paso que damos, no habríamos eliminado la gran espada que pende sobre nosotros. Nadie sobrevive. La evolución que vela por la supervivencia de la especie nos ha dotado de pensamiento y sensibilidad pero nos ha dejado el albur de las circunstancias. La combinación de genes que nos constituye fue un acto inicial azaroso. Es una suerte de milagro estar vivos. Pero en nuestra constitución estaban trazados los límites espaciotemporales infranqueables, pequeños grumos que volverán al polvo del que surgieron. Sucede con los individuos, con los estados y sucederá con la humanidad. Aunque cada uno cultiva secretamete la ilusión de permanencia.


Lo anterior no contradice la necesidad de una táctica y una estrategia de supervivencia. Como individuo prospero en compañía. Incluso un individualista extremo que busca el éxito a cualquier precio, si lo obtiene lo hace en sociedad. Nadie puede exhibir sus conquistas en una isla desierta. Cooperamos para tener una vida mejor más segura más sana y duradera. Un pequeño grupo, creyente en ideas superiores, que se aísle del resto terminará por enquistarse, perdiendo los beneficios de la cooperación. Individuo/sociedad, tribu/comunidad, estado/humanidad. Las comunidades locales o regionales, los estados federados, cada uno a su modo, estiran el cordón que les une a un poder central, tratando de obtener más beneficios que sus iguales, cuotas mayores de dinero y poder. Algunos quieren hasta romper el cordón y declararse independientes, asegurando que vivirán mejor. Pero no es eso lo que sucede, lo que ha sucedido históricamente cuando un gran imperio se desmorona en entidades menores. Las regiones las naciones desagrupadas tienen más difícil la supervivencia que una confederación o un imperio. Un imperio por necesidad ha de tener una estrategia de supervivencia. Le resulta más difícil, en cambio, atender a las demandas de sus partes, diversas y contradictorias, egoístas poco colaborativas, dispuestas a rebelarse y romper el tablero si no obtienen beneficios relativos a costa de las demás partes. Pongamos, Afganistán. Solo, como navío a la deriva.


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