viernes, 5 de febrero de 2021

Clima, de Jenny Offill

 



Podría parecer que la propia Jenny Offill es la narradora y protagonista de esta historia, incluso que lo que tenemos en la mano es un diario, hecho de fragmentos como todos los diarios, con anécdotas, pensamientos y observaciones de la vida diaria, pero también cabe pensar que lo que estamos leyendo es una narración que obedece a las reglas de la novela. Tenemos a Lizzie, la omnipresente narradora / observadora, bibliotecaria de Brooklyn, a su manido Ben y a su hijo Eli, a su hermano Henry, que está siguiendo un tratamiento antidroga por quien Lizzie está preocupada, a su novia o compañera Catherine y a su hija Iris, y tenemos a Sylvia que pide a Lizzie que responda a los correos que los seguidores de su podcast le envían, preocupados por la catástrofe que se avecina. Hay más personajes, entre ellos la madre de Lizzie y Will, un hombre que conoce en el bus, en la última parte del libro, cuando su marido está de vacaciones, con quien mantiene una relación emotiva sin sexo. Como en una novela convencional, cada uno definido por algún tipo de problema o preocupación. Sin embargo no hay descripciones o largas conversaciones sino más bien breves párrafos que responden a las impresiones de Lizzie tras haber observado algo o hablado con alguien o pensado o soñado. Párrafos separados por espacios en blanco como en un libro de poemas, meditativos, por tanto, enigmáticos, que merecen una pausa en la lectura.


También aquí, hay un ruido de fondo, como en la famosa novela de Don DeLillo, tres décadas y media después. Jenny Offill, como ya demostró en su anterior novela, Departamento de Especulaciones, cree que el fragmento es la forma de narrar que corresponde a este tiempo. Y no, o no solo, porque requeridos por las notificaciones de los cacharros tecnológicos hemos roto nuestra capacidad de concentración que se dispersa en breves espacios de tiempo, sino porque el mundo se ha vuelto tan multiforme que el sentido se ha dispersado como dispersa el aire un abanico en una tarde de verano sevillana (dando vueltas en derredor sin diluir el espesor de la tarde). Pero esa dispersión que se trasmite en streaming en miles de historias es un espejismo como intuía DeLillo y como temen los personajes de Jenny Offill: el orden de la naturaleza, y nosotros dentro, no estaba dado para siempre. Hay que asumir la fatalidad. Somos una especie en peligro de extinción. Toma conciencia, prepárate. Es más, Jenny Offill cree que ya es inútil lo que hasta ahora se acostumbraba a oír en una charla sobre el amenazante clima, o a poner al final de los libros que llamaban la atención al respecto: un mensaje obligatorio de esperanza. Junto a Offill, otros pueden ayudar a que te prepares.



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