En el siglo XX hubo cuatro pandemias de gripe: la de 1918 o gripe española, con unos cien millones de muertos, la de 1957 o gripe asiática, la de 1968 o gripe de Hong Kong y la de 2009 o gripe porcina. En cada una de ellas el virus se extendió con gran rapidez por todo el mundo.
La pandemia de gripe de 1918 fue excepcional. Asoló Europa y América e infectó a la mitad de la población mundial. Murió uno de cada 20 infectados, la mayor parte adolescentes y adultos jóvenes. En el resto de las pandemias de gripe suele haber una muerte por cada 1000 y la mayoría de los muertos o son muy jóvenes o muy viejos. El virus no sé identifico hasta los años 30. La severidad de la pandemia de 1918 pudo deberse a las condiciones en la guerra: las tropas vivían hacinadas en las peores condiciones higiénicas, los soldados se movían de un lado para otro. Eso, como en las manifestaciones del 8-M, fomentó la difusión del virus que se propaga por el aire. La coinfección con bacterias cómo la hemophilus influenzae, que colonizan las vías respiratorias y se multiplica en los tejidos, causa neumonía. ¿Pero eran suficientes las circunstancias para que el virus fuese tan virulento? Lo probable, cuenta Dorothy H. Crawford en El enemigo invisible, es que ese virus se gestase como los de las otras pandemias en sur rural de China, con epicentro en Wuhan, debido a que allí hay más aves acuáticas, cerdos y seres humanos viviendo muy cerca unos de otros que en ninguna parte del mundo.
Se supone que la OMS ha establecido en China un sistema de alerta temprana con la esperanza de indicar nuevas cepas de la gripe potencialmente pandémicas en cuanto surjan. Se han creado laboratorios especiales dedicados a la identificación de virus de la gripe en China con redes de médicos centinelas que proporcionan información clínica y siguen a granjeros, trabajadores de mataderos y sus animales cómo fuente probable de aparición de una nueva cepa. Parece que el sistema no ha funcionado con el covid-19. Cuanto más lejos se encuentre en país de China de más tiempo dispondrá para prepararse, sin embargo en esta ocasión la lejanía y el intervalo temporal no nos ha servido de nada.
No podemos permitirnos relajar la vigilancia escribe Dorothy Crawford, en 2000, cuándo publicó este libro en inglés. "Nadie puede decir cuándo vendrá la nueva epidemia/pandemia de gripe, si nuestros sistemas de vigilancia la detectaran a tiempo, qué cepas víricas participarán o si la vacuna actual nos protegerá de ella. Una vez más, estamos a merced de los virus".
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