¿Quién lleva el delantal y sirve? |
En
nuestro infatigable viaje al pasado nuestra Beatriz no puede ser
el actual
criterio
moral, los principios que la evolución cultural ha ido decantando
hasta el momento histórico en que veo y juzgo. No sé si es cierto
que todo documento de cultura es
un documento de barbarie (Benjamin), puede que sí, pero si lo fuera
no puede impulsarnos
a su destrucción, primero porque borraríamos las huellas y después
porque necesitamos conocer nuestra genealogía. Necesitamos todo
documento para reconstruir y describir con la mayor fidelidad la
historia, nuestros antecedentes. La experiencia estética es otra
cosa, no depende del juicio moral y hasta es posible, como hemos
aprendido, que el juicio moral adverso incentive
el placer. La historia se asienta en la conciencia colectiva, la
necesidad de saber para ir definiendo lo justo y lo bueno que el
progreso moral exige.
El placer estético es una experiencia de la conciencia personal,
indefinible y arbitraria, a pesar de los cánones. No se pueden
cruzar ambas conciencias a riesgo de hacer con las obras del pasado
lo que la famosa restauradora de Borja hizo con el Eccehomo. Es el
propio lenguaje artístico el que cambia y transforma la visión y el
gusto, por eso no repite las obras clásicas, el artista
juega con ellas, pero obedece a su tiempo y abre caminos
no hollados.
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