jueves, 19 de septiembre de 2019

El Pamir



Pocos espectáculos tan impresionantes como entrar a la meseta del Pamir desde Kirguistán por la M41 o carretera del Pamir. Rodeada por todas partes por picos nevados y por alguno de los glaciares más largos del mundo, como el Fédchenko, con más de 70 km de longitud, uno enmudece ante la belleza inerte de la naturaleza. Sólo la meseta del Tibet es más alta. El Pamir conecta el Tian Shan (o cordillera celeste), el Kunlun Shan, el Himalaya, el Karakórum y el Hindu Kush. Es un altiplano con una altura media de 3.800 m, rodeado de sietemiles, que aún conservan nombres del último imperio que gobernó estad tierras: el Comunismo (7.498), el Imeni Ismail Samani (7.495 m), el Kungur (7.719 m), el Muztagh (7.546 m) y el pico Lenin (7.165 ó 7.134 m) y por encima de los 6.500: el pico Dzerzhinsky, el Engels, el Fikker, el Garmo, el Karl Marx, el Leningrado, el Moscú, el Octubre y el Revolución, toda una constelación de nombres soviéticos. Suele llover a finales de primavera. Ahora los pastos están secos y el invierno nivoso y frío está al caer por lo que es fácil cruzarse con abundantes rebaños de jacks, cabras y la dura oveja tajika conducidos por perros y hombres a caballo, el animal sagrado de los nómadas, también a pie, que buscan resguardo durante los malos meses.

Aquí solo se puede subir a caballo en cuatro por cuatro o en bici de montaña. Hay una locura de jóvenes ciclistas haciendo la ruta desde Dusanbé a Osh o a Biskek o al revés. No hay otra ruta viable para ese trayecto, durante siglos era el enlace con la ruta de la seda. Cargan con pesadas alforjas con alimentos y agua para seis días cada vez, dispuestos a pasar semanas en unas durísimas condiciones, con un promedio de 50 km al día. Entre otras dificultades han de atravesar el paso del Ak-Baital (4655 m). Solo entre Osh y Dusanbé, que es el trayecto más concurrido, hay 1252 km. Duermen donde les pilla, a la intemperie, en tiendas o si tienen suerte en los Homestay que encuentran por el camino. Muchos, si suben por el lado tayiko, se quejan de las gastroenteritis. Se quedan un día o dos para curarse y prosiguen la jornada. Se ven alemanes agrupados, franceses en pareja e italianos solos, también algún catalán. El grado más alto de locura es hacerla a pie. También se ven mochileros. A la carretera soviética apenas le queda algo de asfalto, es bacheada, pedregosa y polvorienta. Muy erosionada por la dureza climática. En el lado kirguís, con menor altura, aún es posible ver nómadas que cuidan sus rebaños y viven en yurtas. En el tayico hay que descender por el río Pamir para encontrar los primeros rebaños y pueblecillos dedicados a la agricultura de subsistencia. En frente, al otro lado del río, en el corredor de Wakham, las casas que se avistan en Afganistán, son aún más pobres, con camellos y sin apenas vehículos a motor.


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