lunes, 30 de septiembre de 2013

30 (La vida sigue. Igual)


               ¿Qué pulsión suicida puede llevar a gente inteligente hacia el derrotismo sin pelea? Como la de este historiador, serio y honrado, que, después de reflexionar sobre la sinrazón del nacionalismo y proponer bagatelas como solución –el senado en Barcelona-, acaba su artículo con esta frase:

                        “Aunque me temo que es tarde para todo esto”.

               De modo parecido a quienes participan en esta recolecta de opiniones que dicen sin más estar dispuestos a romper con su familia y afectos y con su identidad para conseguir no se sabe qué metas, oídas y ajenas, asumidas sin contraste en este esquizofrénico video:


             ¿Cómo se ha caído tan fácil en la campaña del agit-prop independentista, cómo se asumen sus asertos, sus insidiosos mensajes?

              ¿Por qué en el ecosistema mediático -catalán y español- a los agitadores del independentismo se los tiene por respetables, más respetables en todo caso que a sus contrarios, a quienes aún no se les ha levantado el sambenito de fachas? ¿Por qué no hay un agit-prop paralelo de quienes están a favor de la unidad?

             No sorprende la resignación de los que en otro tiempo ofrecían comprensión a los nacionalistas a cambio de nada -recuerdo a Aranguren en una conferencia en Barcelona, Álvarez Junco ahora-, una comprensión siempre unidireccional, no se les pedía a los nacionalistas un esfuerzo parecido en dirección contraria, porque su posición moral no ha variado, entregan su autoridad, aunque sea poca, para ofrecer ahora, qué, resignación al país, sin asumir el suicidio colectivo que supone, como cuando los demócratas del 1938 concedieron respetabilidad a Hitler en Munich.

            El Estado democrático tiene que defenderse, cuando las opiniones pasan a los hechos llega el momento de plantarse como ha hecho el gobierno griego ante Amanecer Dorado. Con el independentismo catalán aún no ha ocurrido, que vaya más allá de las palabras, aunque algunas manifestaciones han hecho, y documentos, pero hay que estar atentos a cuando a alguien se le vaya la olla y la opinión se convierta en fuente de inspiración de acciones ilegales o en destructora de convivencia, como hizo el Ministerio del Interior con los fachas que asaltaron la librería Blanquerna en Madrid, el pasado 11 de septiembre.

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