miércoles, 26 de noviembre de 2008

Los asesinos no pueden ser nuestros héroes

Esta foto, a la que me he enfrentado hace pocos días, me produce miedo. Me resulta casi imposible mirar de frente al hombre que en el centro tiene entre sus manos la cabeza de una imagen religiosa. Y sin embargo, muchos han defendido sus ideales, han considerado a individuos como él protagonistas de la historia. Cuando han comenzado a conocerse sus atrocidades, algunos ha repetido la vieja canción: alocados, incontrolados. Ya deberían saber que eso es mentira. Ese hombre no estaba solo cuando hacía sus fechorías. 40 hombres le acompañaban. Se le dio una orden -la columna Ortiz-, le dieron armas, le proveían de listas de hombres a quienes ejecutar -en cada pueblo que recorría-, las autoridades huyeron de la responsabilidad -Companys dijo a quienes se quejaron: ¡acudid a los sindicatos! Ese hombre no fue castigado cuando se detuvo su correría asesina -después de 250 muertos-, fue promocionado a capitán del ejército regular, vivió un exilio tranquilo. No hay, no puede haber causas justas que justifiquen su locura asesina. Como no las hay cuando se informa de la violencia cotidiana para explicar lo que mueve a violadores y asesinos.

Sin embargo, creo que están sucediendo cosas importantes en la manera como estamos enfocando la violencia. Durante mucho tiempo, infectados por el prestigio de la revolución, reafirmados por la novelería y las películas que convirtieron en héroes a los asesinos, hemos preferido la ficción a la realidad. Durante décadas nos hemos sentido a gusto con esa indignidad moral. Salteadores de caminos, piratas, políticos que basaban su poder en el uso de la guillotina, del fusil o de la bomba han sido nuestros héroes, terroristas que asesinaban sin riesgo a hombres indefensos. Novelistas, guionistas, directores de teatro y cine los han vestido con supuestas virtudes para convertirlos en modelos de conducta para la clase media que los ha admirado desde el cuarto de estar. 
Yo cuando veo en televisión a un terrorista siempre pienso en la familia de una víctima.
Es importante que esto lo diga un político de izquierdas, un hombre de poder, Walter Veltroni.

Las cosas están cambiando, gracias a un puñado de hombres libres, a contracorriente. Gracias a ellos nos están empezando a interesar no los asesinos que decían luchar en nombre de trapos sangrientos sino sus víctimas. Los falsos héroes empezan a aparecer como los miserables, interesados o enfermos que son. Las víctimas surgen con su nombre propio, con su vida truncada, con su dolor. Porque ellos, las víctimas, son nuestros semejantes, nuestros hermanos.

2 comentarios:

  1. Pasaba como hago desde hace unos dias por tu blog, interesado por tu punto de vista que no siempre comparto pero encuentro interesante, y he leído, claro está, el escrito de hoy. Tengo que decir que ya había oído algo de esto, y quería matizar en lo que está a mi alcance una cosa. Quiero dejar desde un principio claro, aunque quizás importe poco, que me posiciono totalmente en contra de cualquier acto de violencia injustificada, y seguramente justificada, ya que la regla de ojo por ojo ya sabemos como acaba. A partir de esto, quisiera comentar que el hecho de que esta gente se hiciera llamar anarquista, no quiere decir que cualquiera que tenga ideas afines a estas sea un asesino. Solo hace falta leer sobre las premisas que se construyó esta filosofia para ver de que trata. Está muy bien quitar el heroismo de cierta gente que se le tiene en un altar, para verlo todo, pero no meter en un saco: ''muchos han defendido sus ideales, han considerado a individuos como él protagonistas de la historia''. Si consideras sus ideas distorsionadas si que estoy de acuerdo, pero si por sus ideas entiendes las que falsamente usaba supuestamente en nombre de la revolución ahi ya... Saludos cordiales.

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  2. Claro, tienes razón, la mayor parte de los anarquistas eran bellísimas personas, incapaces de hacer daño a una mosca, pero había otra parte que, quizá aprovechándose de las circunstancias, dieron suelta a sus peores instintos. Lo que critico es que no fueran parados a tiempo y que luego se les haya ensalzado o se les haya justificado.

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