lunes, 9 de junio de 2025

Salto de Saucelle (Duero 2)

 


Reaparecen los olivos y viñedos. También encinares y algún robledal. Las rapaces están en su salsa: aguiluchos y milanos. Y otro tipo de animales rastreros: una serpiente de escalera que se hace la muerta, un lagarto que sale despavorido a nuestro paso.




La bajada mañanera de Fermoselle al cañón del Tormes es alegre. Apenas nos encontramos con un motorista. Pero no hay bajada que no inicie una subida, a menudo más dura y prolongada, o eso le parece a nuestras piernas. El Duero ha formateado el paisaje de la meseta, pero en ningún sitio como aquí, en los Arribes.


A mitad de camino nos encontramos con un polaco con ganas de hablar, que viene de Oporto. Nos entendemos en una mezcla de francés, inglés y español. Viene entusiasmado con el paisaje. Llegará hasta Salamanca y allí empaquetará la bici y cogerá trenes para visitar ciudades del centro de la península. Es la séptima vez por España, con planes parecidos, paisajes con bici y ciudades caminando. Su top son los Picos de Europa. Más adelante nos encontramos con un inglés que sube con alegría (llevaba bici eléctrica).


En Masueco, los bares están cerrados - salimos temprano para evitar el calor-, pero hay una carnicería que sirve de todo. La empanada de atún, riquísima, acompañada de una lata de cerveza. Cerca está el Pozo de los humos - una cascada que agita el agua hasta convertirla en vapor -, pero la carnicera, tras consulta con su marido, nos la desaconseja, porque ya pasó el momento de la caída del agua. 



Miramos varios tracks para guiarnos pero al final hacemos nuestra propia ruta. Siempre lo hacemos así. Nos dejamos llevar por lo que nos dicen los paisanos. En la Zarza de Pumareda, un hombre parlanchín - hay mucha gente que quiere conversación - nos aconseja vivamente, como antes lo había hecho el polaco, el Mirador de Mieza, con desvío de varios kilómetros. La plaza de Mieza no muy grande está abarrotada, junto al bar. El bar es el alma de cualquier pueblo. Ha merecido la pena llegar hasta el mirador de la Code. La vista sobre la presa de Aldeadávila, el corazón de los Arribes, magnífica. Hemos visto que hay senderos que bajan hasta el mismo borde del río, pero nuestro calzado ciclista nos lo impide.



Una asociación salmantina quiere convertir estos paisajes en un 'Camino de Unamuno', por los lugares que el escritor hizo suyos. La ruta iría desde Fermoselle a Barca d'Alva, donde vivía otro poeta amigo de Unamuno, Guerra Junqueiro. 


"Antes de entrar en Mieza nos asomamos a la Code, que presenta el más imponente mirador de la Ribera". No le faltaba razón a Unamuno cuando escribió esto.


Luego le hemos pedido a Google Maps que nos condujese por camino hasta Saucelle. No lo hace mal, aunque siempre hay algún error. 




En Saucelle, con vistas al wolframio a lo lejos, hemos pedido precios para dormir en dos lugares y en los dos nos cobraban por encima de Booking. 

- Cuánto vale la habitación, le pregunto a la señora que lleva la hospedería municipal 

- Depende, responde. 

- De qué depende - le pregunto. 

- Si es con desayuno, si es media pensión.

- Vale, cuánto es.

- 40

- ¿por persona?

- Sí, claro.

- Booking me dice que son 50 por habitación.

- Es lo que hay 


Curiosamente, cuando todo el mundo se ha recogido para la siesta, se ha puesto a charlar con nosotros. Ha salido en la conversación que había vivido no sé cuántos años en Sant Joan Despí. Se ha puesto simpatiquísima en cuanto le he dicho que yo era de Castelldefels.  




Hemos seguido al Salto de Saucelle, uno de los puntos de los Arribes. La bajada, vertiginosa. El lugar, precioso. Desde la ventana de la habitación de la Posada Real Quinta de la Concepción se ven los bancales de viñedos en el lado portugués. Es un poco más caro que el resto de hoteles, pero merece la pena. Otra cosa reseñable es el descuido de miradores, como el del Salto, a lo que se debe añadir el mal estado de la llamada Ruta del Duero, en muchos tramos impracticable. La Junta de Castilla y León no cumple con sus obligaciones.




No había cena en la Quinta, pero el hombre que lo lleva nos ha ofrecido una llamada cena fría. Abundante y rica. Junto a nosotros un numeroso grupo de donostiarras, también con bici. De carretera en su caso y etapas cortas, con base en este lugar. Nos hemos puesto a ver la final de España y Portugal. Pero el sueño me ha vencido.

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