jueves, 29 de mayo de 2025

Rota Vicentina. De Porto Covo a Aljezur

 

 


Porto Covo es un buen lugar para comenzar el senderista Trillho dos Pescadores. Al poco de cpmenzar toparás con la Isla de Pessegueiro, donde Felipe II, también rey de Portugal, mandó construir un fuerte. La idea inicial era construir un puente entre la isla y el continente para hacer una fortaleza que defendiese la costa de piratas y corsarios. Aún se ven los restos de las sucesivas fases de construcción.

 


La siguiente etapa llega hasta Vila Nova de Milfontes, donde nos hemos alojado, un pueblo con bonita playa donde desemboca el río Mira, lleno de restaurantes y vida nocturna. Antes, tras gastar tus últimas fuerzas por un sendero muy arenoso, puedes hacer una parada en Porto das Barcas, donde hay un restaurante con vistas al mar donde sirven un rico bacalao y frutos del mar.

 


Puedes llegar a Vila Nova por el sendero arenoso o bajar a la orilla del mar para contemplar los acantilados desde la playa, y seguir por playas de arena blanca y de rocas negras redondeadas por el oleaje. Puede que en algún momento pienses que no tiene salida cuando el roquedal se encuentra con el mar, pero la hay, una ventana, casi invisible que se abre en la roca.  Desembocarás en un chiringuito casi oculto tras un saliente donde tomarte una deliciosa cerveza Super Bock.

 


En la siguiente etapa llegas a Almograve, uno de esos bonitos pueblos del Alentejo de bella arquitectura popular de casas geométricas, paredes encaladas y ventanas y puertas con marcos en añil, algunos, los menos, en dorado. La misma arquitectura geométrica que se ve en los países colonizados por Portugal. Solo en las chimeneas de aire barroco dejan volar la imaginación para apartarse de la geometría. Hay que andar un par de kilómetros más para llegar hasta la playa de Almograve. También ahí hay un restaurante orientado hacia el mar bravío, cuya resaca puede darte algún susto.

 


Las cigüeñas anidan en la punta más alta de los acantilados, mientras abajo la espuma del mar rompe entre luces y sombras, en el trayecto que va de Almograve a Zambujeira. En el trabajoso caminar por el sendero arenoso donde se hunden tus pies, el rumor del rompiente casi no te abandona, queda en tu oído como una música de fondo, como un eco que se repite con diferente intensidad.

 


Cuando al día siguiente comienzas la etapa subiendo hacia el acantilado que domina la playa de Zambujeira de Mar, los senderistas cual gaviotas en la térmica se asoman a los bordes, atraídos por el abismo.

 


Hay un momento que llegas al éxtasis. El dorado de la arena, la blanca espuma, el añil del océano, el cielo celeste limpio de nubes, salvo una ligera bruma en el horizonte donde se recortan las gaviotas y grupos de pequeños cuervos. Terminas en Odeceixe.

 


Las siguientes etapas, de Odeceixe a Aljezur, y después a Sagres y a Cabo de San Vicente, ya no son tan interesantes pues has de atravesar muchos bosques de acacias, mucha pista y poca costa. Se interponen grades fincas que tienes que rodear para volver brevemente a los acantilados, una de ellas la Heredad Amalia Rodrígues. En Aljezur hay buenos restaurantes. Pide una caldeirada o una cataplana.

 

 


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