Ser
un buen dibujante es tan difícil como ser un buen columnista o
cualquiera que sea la profesión a la que uno se dedique. Se necesita
inteligencia y libertad de espíritu, bienes escasos. En el caso del
dibujante o del columnista las cosas se tuercen cuando el sujeto no
se sobrepone al catecismo al que antes se ha entregado. Entonces
tenemos tiras o viñetas o artículos baratos, que es lo que abunda,
por eso son baratos. Aleccionar, reconvenir, señalar la dirección
correcta es lo peor del periodismo presente. Periodismo barato,
periodismo redundante.
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