miércoles, 14 de julio de 2021

Por los caminos del Cid II

 

IV Miño de Medinaceli



Etapa rápida 19'50 de media por caminos la mitad, con una bonita subida en Bordecorex, atravesando un encinar, y la otra mitad por carretera. Gormaz, Berlanga de Duero, Miño de Medinaceli. En otros circunstancias uno buscaría la ermita de San Baudelio para ver qué queda del románico más puro de la península, que garras voraces vendieron en fragmentos, en los años 20, a museos de otros países. Rapaces en el cielo y cérvidos a la expectativa asomando entre los cereales crecidos. Lo mejor el albergue de Miño, novísimo como el de Gormaz, aunque este que sepamos no fue inaugurado por un ministro plenipotenciario de Japón. Prácticamente sin usar. Una vieja estación reconvertida en albergue con un diseño muy cuidado. No lo cambiaría por el mejor hotel. Cómodo moderno con todo lo que uno necesitaría, buenos colchones buenas sábanas, frigorífico lavadora secadora microondas cacharros relucientes. Limpísimo. Para comer y cenar nos allegamos (a 500 metros) a un restaurante regentado por una familia marroquí procedente de Tánger con estación intermedia en Barcelona, tan amables como buenos cocineros. Castellano perfecto con deje catalán en tierras sorianas. Una parada aconsejable si uno hace esta ruta. Al amanecer, un tren casi silencioso nos sorprende al otro lado de la frágil valla de madera que separan las vías del albergue.



V Molina de Aragón




Etapa larga y dura, de 95 km con 1850 de desnivel, desde Miño de Medinaceli hasta Molina de Aragón, atravesando un denso y extenso bosque de encinas con subidas y bajadas vertiginosas, con paradas en pequeños pueblos alcarreños, como Cobeta. De este pueblo a Corduente, donde hemos comido, una subida larga, dura, interminable que nos ha desgastado hasta el último aliento. 




En Medinaceli entrábamos al amanecer cuando todo estaba cerrado subiendo su dura cuesta. Ni desayunar hemos podido, tan solo fotografíar su arco romano. Ha sido en el barrio de la Estación junto a un montón de guardias civiles que comenzaban jornada donde hemos desayunado tostadas con tomate y café. Castilnuevo, Layna, Luzón. En el bar de la plaza de Cobeta, donde tomamos una cerveza, a la señora que lo regenta los vecinos le hiciera el honor de ponerla en la portada de El País como ganadora de una estrella Michelin. Un vecino más que amable nos recomienda desviarnos unos kilómetros para ver el Santuario de la Hoz, también dónde comer en Corduente, pero las rampas kilométricas, y el cansancio, por los altos del río Tajo, que con el tiempo se convertirán en Parque Nacional, tal como nos han explicado, pues los papeles ya están hechos, nos desaconsejan lo primero y nos llevan al abrevadero, y a fe que el patio jardín sombreado y fresco en el que comemos merecía la pena, no tanto el infame vino que mis compañeros tomaron con gaseosa. Y de Corduente a Molina por caminos más llevaderos. Nos alojamos en una llamada casa rural con habitaciones compartidas, austera tanto la casa como la dueña que ni siquiera nos da un plato y cubiertos para la cena que hemos comprado en el Día, justo antes de cerrar a las 9 de la tarde.


Molina de Aragón a descubrir.





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