sábado, 17 de julio de 2021

Les choses qu'on dit, les choses qu'on fait

 



Cada semana llegan un montón de pelis. Entre tantas hay que hozar para encontrar una gema. En mi laptop - como se dice en el español de América- hay unas cuantas atrasadas. Algunas no las veré. He probado con tres, por este orden: la primera, la más reciente. Black Widow. Infumable. Siempre miro por encima lo que dicen los críticos, más como punto de referencia que porque me fie de ellos. Cómo me voy a fiar si dicen que esa peli de Marvel/Disney vale algo. Pues no vale nada. La acción, que es su fundamento, es gratuita, los chistes, peor que infantiles, la trama, inexistente. Gente la verá y los productores harán dinero por nada.


La segunda, Favolacce, es una película italiana del 2020, estrenada hace poco aquí. Muy alabada por la crítica, desde mi punto de vista sin motivo ni razón. Amalgama escenas inconexas de familias jóvenes con niños que conviven o malviven en un barrio popular romano. Lo que haya querido decir el director carece de interés porque no pone nada de su parte para que la historia inexistente atraiga al espectador. Mis párpados fueron bajando mediada la película.


La gema está todavía en cartelera, Les choses qu'on dit, les choses qu'on fait. Puede que al que no le guste el cine francés tipo Rohmer no entre en esta película, será una lástima. Lo primero que ofrece es una de esas conversaciones largas tan típicas de la cultura francesa. La conversación culta, ligera, es el centro de la vida francesa. La envidio, los envidio. Los dos protagonistas, una mujer embarazada de tres meses y un primo del marido ausente, conversan durante unos días, en la casa de campo -de creer a las novelas y a las películas francesas cuando llega el verano todo francés se va a la casa de campo-, sobre sus respectivas historias amorosas. La memoria va emlazando un montón de relaciones cruzadas cada una de las cuales vive de una manera el sexo, el amor y la convivencia matrimonial o de pareja. Hay quien defiende que el enamoramiento es siempre temporal pero que aporta tanto que merece la pena mantenerse en él el mayor tiempo posible, una suerte de degustación, como en la gastronomía o en el arte. Amar sin compromiso. Otros sin embargo prefieren la estabilidad y se mienten a sí mismos o a su pareja del momento con tal de permanecer juntos el mayor tiempo posible. Como Emmanuel Mouret, el director y guionista, ve la relación de pareja desde el punto de vista amable y sin gran conflicto, concibe la de quienes con tal de no hacer daño a la persona que aman o respetan hacen lo posible por su felicidad incluso en contra de la propia. Aunque cabe preguntarse que quien se aparta por la felicidad del otro lo hace para que el otro viva su sueño o lo toma como excusa para liberarse de él. Esa figura, más literaria que real diría yo, es la que predomina en los personajes protagónicos de la película. Con todo la película es una delicia de construcción, en los diálogos, en las observaciones o en las matizaciones que los actores hacen de sus personajes. Como no toca el lado oscuro de las relaciones de pareja podría clasificarse dentro de las comedias románticas -jóvenes sanos aunque no todos guapos-, pero como está hecha con inteligencia dará placer a los degustadores del buen cine.


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