martes, 23 de febrero de 2021

Nuevo orden

 



El objetivo de esta película mexicana es cinematográfico, provocar emociones. Lo logra. Da miedo y es verosímil. Los artistas quieren ser los mejores en su campo, buscan la excelencia. Si lo consiguen es porque su obra funciona, cumple con las expectativas. Aquí, anuncia lo posible. Mientras veo está película de Michael Franco, pienso en 1984 de George orwell y en Un mundo feliz de Aldous Huxley pero también pienso en la película mexicana de Luis Buñuel El ángel exterminador y en la reciente Parásitos. Un recinto sagrado, el que ha geneerado una rica y poderosa familia mexicana en torno a su villa amurallada, donde se está celebrando el acontecimiento más importante en la vida de la familia burguesa, la boda de la hija, a pesar de todas las medidas de seguridad y de una tropa de sirvientes, es violado. Personas, no se sabe si paramilitares, guerrilleros, delincuentes o chusma, interrumpen el festejo y sin palabras de por medio disparan, matan, ensangrientan, destrozan, desvalijan y roban. Parte de la numerosa servidumbre aprovecha para desvalijar también. Entretanto, la hija protagonista de la ceremonia, tras una peripecia en pos del bien, es secuestrada para pedir por ella un rescate.


La narración es ágil, muy ágil, la cámara no para de moverse por el recinto burgués y luego por la ciudad desquiciada. Vemos el contraste entre el interior burgués y la empobrecida ciudad. Lo que sucede es confuso, no se sabe quién promueve el alboroto, si militares, paramilitares, guerrilleros, revolucionarios. La película narra, no toma partido por lo que está sucediendo, simplemente expone. Aparte de lo bien hecha que está, cómo la cámara se mueve entre grupos de gente en situaciones muy diversas: celebración, asaltos, ejecuciones sumarias, violaciones, cárceles improvisadas, zulos, lo mejor de la película es que no toma partido, como si estuviese haciendo un reportaje sobre un suceso que acontece. Hasta el punto de que no sabemos quién maneja los hilos de lo que sucede, aunque, como suele suceder, siempre hay alguien que toma las riendas y en este caso alguien impone lo que el título de la película da a entender, algo que ya ha sucedido en otras ocasiones históricas. He visto alguna crítica que se lo reprocha, pero esa es justamente esa su virtud. Sí que vamos a los perdedores: los inocentes, los pobres, los que actúan de buena fe, pero la película no nos guía entre la bondad y la maldad, no señala lo injusto sobre lo justo, tan solo muestra. En la situación en que se encuentra el mundo, lo que se nos cuenta podría ser perfectamente un reportaje que se podría rodar en cualquier momento y lugar. Para un artista no existe mayor desafío que traducir formalmente el pálpito del momento histórico.


El cine mexicano está ahora en su mejor momento. No encuentro nada en España que se le parezca. No es solo que tengan buenas ideas sino que los actores y técnicos son buenos y disponen de producción. La película se acaba de estrenar, está en los cines.



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