Una de dos o el lenguaje está gastado, podrido como esos árboles muertos del bosque que se desmoronan durante décadas, y las palabras 'izquierda' y 'derecha', por tanto, ya no significan nada o bien, si siguen siendo pertinentes, entonces la izquierda que se reconoce como tal y que no se desmarca de gente como ésta, y de HB y ERC, no está en el lado correcto de la historia, más bien es un lastre para el progreso de la libertad y la igualdad. ¿Salvo con esto a Casado, que tan triste papel ha hecho en esta campaña, o a Abascal, aunque sea apedreado? Por favor. Acepto con orgullo que en estas elecciones estaré entre los perdedores, como la mayoría de mis compatriotas catalanes y españoles lo estará, aunque algunos, embarcados hacia un territorio mítico de uno u otro color ("En un referéndum por la independencia votaría que sí. Pero si ganase el sí, me iría de Catalunya", Sandro Rosell), se obstinen en no saberlo o en creer que ellos sí estarán entre los ganadores.
"El ciudadano normal desciende a un nivel inferior de prestación mental tan pronto como penetra en el campo de la política. Argumenta y analiza de una manera que él mismo calificaría de infantil si estuviese dentro de la esfera de sus intereses". (Schumpeter. Tomado de un artículo de Félix Ovejero en EM).
Si alguien ha seguido la campaña de las catalanas habrá oído tan solo eslóganes (creados por fabricantes bien remunerados como Iván Redondo) que interesan a sus únicos beneficiarios, los políticos, entre ellos "los protagonistas de un golpe de Estado, que se proclaman presos políticos, están en la calle organizando actos políticos y defendidos por el vicepresidente del gobierno. Y los demás, con miedo". (Ovejero). Ninguno de ellos ha mostrado preocupación o no la suficiente preocupación por una economía que se hunde, negocios que se cierran, la educación caótica, un desempleo dramático, las muertes que no cesan y la salud mental de las personas que se deteriora a diario mientras dura la pandemia.
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