domingo, 3 de enero de 2021

Capital humano

 


Escribía ayer Félix Ovejero en EM un artículo que hacía luz sobre dos cuestiones que palpitan en la actualidad política del país, la identidad de género y el Estado Confederal. Envié el artículo a varios amigos para que lo leyesen y diesen su opinión. No obtuve respuesta alguna. A otros amigos no se lo he enviado por temor a una respuesta airada o por saber lo que de forma automática iban a responder. Me ha costado comprender que hay personas con las que es inútil mantener un debate. También cabe preguntarse hasta qué punto comprende, cuál es el grado de comprensión, de alfabetización del español medio. Me temo que no hay en el país un debate verdadero sobre esas cuestiones. ¿Qué idea tiene los españoles sobre lo que significa identidad y, en especial, identidad de género? ¿Diferencian entre un Estado Federal y uno Confederal? ¿Y entre República y Monarquía? ¿Saben diferenciar entre la República como forma de Estado y el republicanismo como forma de entender la política y el gobierno? Tengo la impresión de que no hay tal debate, sino dardos o lanzas ideológicas que se disparan en forma de memes, píldoras que han cogido de aquí y de allá de acuerdo con simpatías ideológicas o personales. Lo que falta es un pensamiento lógico organizado con cierto sentido que dé valor a lo que uno expresa. Como sabemos por Damasio, no hay un pensar y un sentir independientes, no se dan separadamente sino que pensamos sintiendo o al revés, pero así como sentir lo hacemos de forma natural, no hace falta ejercicio, pensar requiere una cierta habilidad, un adiestramiento, y cierta honestidad, hay que prestar atención, sopesar contradicciones, saber oír, aprender a argumentar y a dar coherencia a lo que decimos. ¿Hasta dónde llega la comprensión de los españoles? Buena muestra son esos ‘suscriptores’ de EP que dirigen cartas airadas al periódico para que emascule una de las voces críticas entre sus columnistas porque no les da gusto escribiendo como ellos sienten o esos otros ofendidos que consiguieron de la revista Ctxt que pidiese perdón por publicar un testimonio sobre las dificultades de estudiar en castellano en Cataluña.


La forja de una opinión pública adulta, razonada y crítica necesita de una buena educación en la escuela y de una mejor información en los canales que se dedican a ello. ¿Alguien ve una voluntad de arreglo? Pero si la población en su mayoría es incapaz, el país necesita liderazgo personal y colectivo, un líder que sepa detectar los problemas importantes y seleccionar a los mejores para los puestos clave. Estamos viendo esa necesidad con la gestión del virus, siempre a remolque, y, ahora en concreto, con la logística de la vacuna en vilo: la distribución de una masa ingente de dosis a una temperatura difícil, y personal preparado para inyectarlas, ahora que se acerca la tercera hola y quizá los hospitales se colapsen de nuevo. Viendo cómo gestionan otros países, comprobamos apenados la diferencia.


Hemos de constatar que los españoles somos pobres, de una pobreza extrema. Tenemos la suerte de estar situados en la parte del mundo que gracias a la tecnología y al amplio mercado donde colocar nuestros productos, agrícolas, industriales, de ocio y capital humano, hemos progresado materialmente. Generación tras generación hemos ido a mejor, pero siempre con retraso. Pero qué sucederá si esta crisis se torna inmanejable, con qué recursos contamos. Es posible que la pobreza espiritual, el menguado capital inmaterial que hemos ido acumulando, se torne en pobreza material.


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