miércoles, 1 de enero de 2020

La raza de los inaccesibles



“Con el paso de las décadas me había dado cuenta de que la mayoría abrumadora, en todos los sentidos, de los bípedos, comúnmente llamados «humanos», de raza amarilla, blanca, negra o de la que sea, pertenecen a la raza de los inaccesibles. Un número superior, una mayoría no expresable en porcentajes, es, o fue desde siempre, inaccesible; nada ni nadie puede acceder a ella, y mucho menos yo, o alguien como yo. Nada le sorprende. Nada le hace agudizar los oídos. De nada, pero absolutamente de nada, le alcanza un destello o un reflejo. Lo que en su día se decía «tener oídos para» o «tener ojos para»: los inaccesibles, esos no tienen oídos ni ojos para absolutamente nada de lo que hay en la Tierra; para absolutamente nada de lo que en tiempos se llamó «Madre Tierra», sea naturaleza o mundo de los humanos. Dicho de forma amplia o «global»: la raza y la masa de mis inaccesibles es una carente de todo eco. Nada, aunque regresara la legendaria música celeste-terrenal de las esferas desaparecida para siempre y sonara descendiendo sobre ellos y, desde el fondo de la Tierra, ascendiendo hacia ellos, hallaría en ellos un espacio para la reverberación, ni siquiera para un eco sordo, como en un mutis.”

La ladrona de fruta
Peter Handke

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