jueves, 14 de noviembre de 2019

Experimento



Barcelona es hoy la ciudad de los niños, Cataluña entera un parque infantil. Si vas a la Plaza de la Universidad por la mañana, por ejemplo, verás a unos pocos niños haciendo novillos, revoloteando junto a pequeñas tiendas de acampada de Decathlon, clavadas ellas y ellos en el asfalto, con cara de aburridos, pues parece que ya se les han acabado todos los juegos. Los transeúntes no protestan, tampoco los repartidores o los taxistas, la cosa se ha asumido como una molesta normalidad A mediodía cuando reparten los brebajes en platos de plástico hay algunos más. Un grupito de pie mira distraído a un par de raperos con micrófono, atrapados en el alpiste de una poesía en construcción. 'Sistema' es lo único que se me ha quedado de la cantinela. Pero por la tarde, cuando la luz solar deja paso a la sucia, mortecina y amarillenta de las farolas no se ve a nadie entre el centón de tiendas, salvo un par de chavalitos aquí y un trío allá, acurrucados bajo mantas, esperando a que se haga el silencio de la noche y puedan hacer alguna cosilla con algo de emoción, fuera de la vista de los curiosos. Eso es todo. ¿Por qué, si ya no hay nadie, los barrenderos no reciben la orden de limpiar? Barcelona es una metáfora en vivo, si alguien no ha comprendido qué es una metáfora que venga y lo vea.

Claro que también hay una extensión algo más movida fuera de la ciudad, los cortes de autopistas por parte de chavales un poco más crecidos. No se necesitan muchos para inmovilizar a los camiones. Los niños saben que tienen vía libre. Ponen en práctica lo que han aprendido, hacer lo que quieran sin coste, incluso las cámaras dan fe del gesto, que quizá quiera recordar algo heroico que vieron en los cuentos infantiles. Caca, culo, pedo, pis. Los despistados, aterrizados en el extraño mundo de la fantasía infantil, son esos camioneros incapaces de entender qué es la libertad de expresión.

Bonito experimento. El mundo virtual anclado en el asfalto. El fin del trabajo y el estudio inútil. El ocio permanente que al tercer día muestra su agotamiento. La deserción de la autoridad. Todos niños, si nadie les reprime el escándalo se extingue en aburrimiento mortal. ¿Y ahora qué? ¿Qué hacemos con una humanidad dejada a sí misma, desatendida, sin objeto, irrelevante? ¿Qué hacemos con todos esos niños a quien nadie ha enseñado que después de toda esa excitación venía una larga edad adulta?


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