La Morella. La
cumbre del Garraf, a tres horas justas de casa. Saliendo del centro de Castefa,
hacia arriba, en dirección a La
Sentiu, y, en la glorieta que separa los caminos, en dirección
opuesta a la carretera que va al castillo. La cima de la Morella no son muchos
metros de altura, 596, pero hay que subir y bajar varias veces. Despegamos de
la línea del mar y todo es subir hasta Cal Ganxo. La primera subida es la más
dura, luego aunque se asciende se lleva mejor hasta llegar a la Pleta del Cervol y al Puig
de l’Olla, después al basurero clausurado, cubierto de tierra y grava, pero que
aún desprende olores los días de fuerte viento que invaden los pueblos del
entorno: Begues, Gavà, Sitges, Castelldefels.

Desde la cruz de La Morella hay una vista
espléndida: Barcelona entre brumas y smog, el puerto y el mar, de platino y
ceniza, hermosísimo hoy, gracias a la luz tamizada que se cuela entre las nubes,
los pueblos del sur, Sitges, Vilanova, Cubelles y allá al fondo el Maestrazgo. No
se alcanza a ver el Puig Major, sólo se ve en los días muy limpios. Los pueblos
del interior, Villafranca, San Sadurní, Olivella y Montserrat y las cadenas
montañosas del norte hasta las cumbres nevadas de los Pirineos, la sierra del
Cadí y los pueblos del Baix Llobregat, Collserola y el Montseny, la sierra de la Marina, antes de volver a
Barcelona, la gran mancha de edificios entre la costa y la sierra prelitoral.
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